- Especialistas de la Fundación Bengoa aseguran que a pesar de reconocimientos recibidos por Venezuela, no se ha acabado con la desnutrición, y ésta ha aumentado al mismo tiempo que el sobrepeso y la obesidad, por una dieta rica en grasas, azúcares y carbohidratos, lo que es respaldado por estudios oficiales.
La ministra de Salud, Luisana Melo, usó una presentación frente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que se reunió en junio de 2016 de forma extraordinaria en Santiago de Chile, en que no solo echó mano de datos sobre salud y calidad de vida, sino que también hizo lo propio para mostrar elementos que coadyuvan con lo que describió como derechos constitucionales desde 1999; no solo para los más pobres sino de manera universal, como la educación y la inversión social, con respecto al Producto Interno Bruto.
Cuando presentó las cifras oficiales, casi todas actualizadas hasta 2013, resaltó que tanto la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) las reconocían. Tales logros estarían intactos, según Melo. Esto, gracias a la continuidad de las políticas del presidente Nicolás Maduro, aún después de tres años de paulatina caída del ingreso petrolero junto a las importaciones de alimentos, medicinas y los insumos necesarios para su producción, en un entorno de escasez e inflación, que la tesis oficial siempre ha explicado como provocada, generada políticamente o inducida, como lo dijese el vicepresidente Aristóbulo Istúriz ante la Asamblea Nacional, siempre por factores externos al gobierno como la oposición, los empresarios o los Estados Unidos.
Comemos menos
La ministra Melo aseguró que la subnutrición en Venezuela “hoy” era de 2% mientras en 1998 era de 21%. El concepto, distinto a la malnutrición o la desnutrición, supone la ingesta alimentaria inferior a la de los requerimientos mínimos diarios en un período de tiempo, por lo que puede ser temporal o momentánea. En cambio la malnutrición puede provenir incluso de comer de forma excesiva pero con pobreza de nutrientes en la dieta y la desnutrición es la enfermedad derivada de comer mal o muy poco por largo tiempo.
Según la FAO, para 2012, en América Latina se redujo la subnutrición de 13,6% de la población en el período 1990-92 hasta 7,7% en el 2010-12, lo que representó pasar de 57 a 42 millones de quienes comen menos de lo requerido en el subcontinente. En la web de la FAO sobre el Estado del Hambre en el mundo, Venezuela aparece con “menos del 5%” lo que la ubicaría como una tasa “muy baja” entre 2014-2016. Pero los últimos datos disponibles son del período 2004-2007 cuando hubo 2,5 millones de subnutridos, a diferencia de los 2,8 millones del período de 1990-92, pero muchos menos que los 3,8 millones del 2000-02.
Sin embargo, según la Encuesta de Seguimiento de Consumo de Alimentos del Instituto Nacional de Estadísticas, a partir del segundo semestre de 2012 ha habido una reducción paulatina de los diez alimentos de la Cesta Básica más consumidos. El pollo pasó de 84,52 gramos diarios del 2012-I 74,23 al 2014-II, lo que implica 308 gramos de pollo menos al mes para cada venezolano en promedio. Similarmente, el consumo de harina de maíz pasó en ese mismo lapso de 65,55 gramos a 52,53 por día, lo que implica 390 gramos mensuales menos. Según ese mismo estudio, para 2003 los alimentos más consumidos eran pollo, arroz, plátano, harina de maíz, pastas, azúcar, plátano maduro, pescado y naranjas, pero 11 años después el azúcar, plátano maduro, pescado y naranjas fueron sustituidos por lechosa, cambur, pan de trigo y patilla.
Otro de los elementos que se redujeron fue la carne de res, que pasó de 54,45 gramos en 2003 a 44,92 al primer semestre de 2014, las caraotas también bajaron de 23,9 a 13,27 gramos por cada día/persona, el frijol de 10,56 a 4,71, mientras igualmente bajaron la cebolla, el pimentón, el tomate, la zanahoria y la guayaba, así como la carne de cerdo, los huevos, el atún y las sardina enlatadas y la leche de polvo completa. Desde el segundo semestre de 2014 el INE no presenta nuevos resultados. Los que sí subieron fueron el mango, pasando de 6,17 a 15,06 gramos por persona, el apio de 7,36 a 8,19 por día, así como las lentejas, el jamón y el queso amarillo.
Por su parte, la Encuesta Nacional de Consumo de Alimentos, también del INE, para el 2014 reveló que un millón 220 mil 877 personas comían solo dos veces al día mientras 78 mil 939 solo una vez. Eso alcanzaba al 5,1% del Estrato IV y 4,69% del Estrato V, aún en el límite de lo que la FAO considera una subnutrición “muy baja”. Aun así, el estudio señala que 134 mil 920 menores de 18 años comían entonces solo dos veces por día, lo que apenas representaba el 1,6% de la población en esa edad. Finalmente, el 45% de quienes comen menos de tres veces al día viven en la región capital o llanera.
Por su parte, la Unicef refiere en su web que “Venezuela se ubica entre los cinco países de la región con las cifras más bajas de desnutrición infantil en menores de 5 años de edad. Entre 1990 y 2009, el índice de subnutrición disminuyó en 58%, pasando de 7,7% en 1990 a 3,2 % en 2009”. Sin embargo, en ambos casos las cifras están desactualizadas.
Gordos y desnutridos
El estudio “La doble carga de desnutrición y obesidad en Venezuela” (2014), elaborado por investigadoras de la Fundación Bengoa, el Centro de Estudios del Desarrollo y la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Central de Venezuela, exhibe la transición demográfica y alimentaria del país por la rápida urbanización y migración hacia las ciudades, que en Venezuela concentran un 93,5% de toda la población. Esta traslación geográfica y de condiciones de vida implicó el cambio hacia una dieta rica en grasas, carbohidratos refinados, azucares procesados y proteínas de consumo animal, lo que crearía en la población una ambivalencia de sobrepreso con patologías asociadas a comer poco y mal por largo tiempo.
La investigación encontró que en comunidades suburbanas de Baruta y El Hatillo, ubicadas en el Área Metropolitana de Caracas, en niños y jóvenes desde los 5 años a 14 años el déficit alimenticio fue de 14 a 16% y superó al exceso 7 a 11%, mientras que el porcentaje de niños con talla baja aumentó con la edad desde alrededor de 40% hasta más de 50% en los adolescentes, lo que sería compatible con la desnutrición crónica que persiste en algunas zonas del país según los hallazgos de las especialistas. Concluyeron que los niños que tienen sobrepeso u obesidad son más pequeños que lo deberían pero tiene un peso adecuado a su edad. El estudio también encontró 34% de desnutrición en Apure; mientras en comunidades pobres de Maracaibo y Caracas se reduce ésta, aumenta al mismo ritmo la obesidad infantil.
Una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Nutrición (PDF) encontró durante los años 2008 a 2010, en una muestra de 22 mil 446 sujetos de 7 a 40 años, que entre escolares de 7 a 12 años había 14,52% de déficit alimenticio, 18% de sobrepeso y 9,56% de obesidad, mientras que en jóvenes de 13 a 17 años se encontró 17% de desnutrición, 12% de sobrepeso y 9% de obesidad, lo que revela esta mezcla: nutrición deficiente y exceso de calorías. Entre los factores que encontraron las investigadoras de la Fundación Bengoa estaba la baja cantidad de ejercicio físico, la reducción de la lactancia materna después del primer mes, el bajo peso al nacer y la alta tasa de maternidad adolescente, especialmente entre las más pobres.
El mismo ente publicó en junio de 2015 un “Perfil Alimentario y Nutricional 2013-2014” (PDF) donde hacía alabanza al aumento del consumo calórico, así como a las políticas llevadas a cabo por el gobierno del presidente Hugo Chávez, pero se admite que uno de los retos es la mayor disponibilidad de azucares en Venezuela. El informe revela que entre 1980 y 2013 ésta pasó de 800 mil toneladas hasta 1,4 millones. Esto sería causado por un incremento en el uso de azúcar para fabricar bebidas gaseosas y confites como estrategia de rentabilidad mercantilista, mientras también refiere que las políticas de seguridad alimentaria lograron “garantizar la demanda” de azúcar aún “por encima de la necesidad nutricional”, lo que habría sido matizado con la campaña comunicacional “Buen comer para vivir bien” para superar lo que califican como “necesidad impuesta” por las empresas de alimentos.
A pesar de lo dicho por Luisana Melo, también el Centro de Atención Nutricional Infantil Antímano (CANIA, PDF) publicó en 2013 su estudio en el que encontró que la malnutrición –por exceso o déficit alimenticio- alcanzó el 32% de los menores de 15 años de la submuestra tomada en comunidades de esta populosa parroquia caraqueña. Asimismo, que el sobrepeso bajó de 17 a 14,1% desde 2008, mientras que la desnutrición aguda subió de 6 a 7,3% y la crónica bajó de 14,8 a 2,6%, lo que concuerda con los descubrimientos de la investigación de Bengoa. La desnutrición total se mantiene debajo de 10%, pero con la doble carga nutricional propuesta por las investigadoras de Bengoa aún presente.
“A los hospitales están llegando niños hinchados, con desnutrición proteica, porque no se les está dando leche. Les dan atoles de cereales que hace que el niño se desnutra. Son niños que toman mucha azúcar y carbohidratos, pero en realidad están llenos de líquido. Ese es el tipo de desnutrición que empezamos a ver. Antes los veíamos con insuficiencia calórica, pero ahora se suma la deficiencia proteica”, le dijo a El Nacional Maritza Landaeta-Jiménez, miembro fundadora de la Fundación Bengoa y parte de la investigación que encontró la doble carga.
Otro boletín de CANIA de diciembre de 2013 (PDF) encontró que entre niños que acuden a citas con el pediatra, 45% presenta algún tipo de desnutrición en comparación con el 55% de 2011, mientras que 22,8% tienen sobrepeso u obesidad, un punto más que el 21,8% de 2011. Y al contrario del 2% presentado por Melo, la desnutrición infantil en Venezuela se habría incrementado un 9% entre el primer y segundo semestre de 2015, según datos recogidos por el Observatorio Venezolano de la Salud en escuelas donde sirven desayunos. El estudio revela que el consumo calórico bajó de 2.500 a 1.780 diarias.
Malas comidas
La Encuesta Nacional de Consumo de Alimentos de 2013 del INE también encontró que los niños entre los 3 y los 12 años consumían 500 calorías más de lo requerido por el INN, según estimaciones del 2001 para cada edad, estrato y ubicación geográfica. Desde esa edad y hasta los 17 años, el consumo calórico promedio era 128 calorías mayor. Aquí se revela una doble problemática: que niños entre 3 y 6 años beben 25 mililitros diarios de refrescos y el triple de jugos pasteurizados, sino que además 24,66 mililitros de café al día, lo que inhibe la absorción de café y calcio.
La investigación oficial muestra también que, a menor estrato socioeconómico mayor es el consumo calórico, con mayor diferencia en comparación con lo requerido. Por ejemplo, el estrato V consumía en promedio 2.436 calorías por día, aunque lo requerido era 2.373, brindando una diferencia promedio de 63 calorías, mientras que en los estratos con mayores ingresos se consumían 112 calorías menos de lo necesitado. La combinación de pobreza y juventud, entonces intensifica esta diferencia. Los de menos recursos comen mayores cantidades de cereales, tubérculos, plátano, leguminosas (más del doble que los más ricos o estratos I-II-III) y menos de frutas, carnes, pescados, lácteos, huevos y hortalizas.
Específicamente, los estratos más bajos consumen más harina de maíz, pastas, yuca, cambur, así como el triple de caraotas negras y lentejas, mientras los más ricos 2,8 kilogramos de alimentos más al mes. Una fotografía que dejó de publicarse con la caída de los precios del petróleo en 2014.
Neonatos en peligro
La ministra de Salud también presentó como logro que la mortalidad infantil había descendido del 21,26% en 1998 a un 14,79% para el año 2015. Según la FAO, para el período 2010-2015 esta tasa, en niños menores de 5 años, estaba en 15,6%, mientras que para Unicef en 2008 esta tasa estaba en 1,39% y la neonatal era menor al 1%.
Sin embargo, la Memoria 2015 del Ministerio de Salud, firmado por la ministra Melo, revela que la mortalidad neonatal brincó desde 0,15% en 2014 hasta un alarmante 2,01% en 2015, con un balance de 4 mil 903 fallecimientos en 243 mil 638 nacimientos, es decir, uno de cada 50 recién nacidos menores de 28 días. El brinco –que representa además un aumento de 1.230%- ya habría sido superado durante los primeros cuatro meses de 2016 en la Maternidad Concepción Palacios con 51 decesos (cinco más que todo el 2015) y 100 más en el Hospital Universitario de Caracas, con tasas que oscilan entre el 3,5% y 3,3%. Por su parte, autoridades de Corposalud Táchira y galenos del Hospital Central de San Cristóbal se han reunido con diputados del Consejo Legislativo y autoridades regionales para resolver una crisis de acceso a insumos y equipos que habría sido responsable del fallecimiento de 153 neonatos en apenas 1.070 nacimientos, con una tasa de más de 14% de mortalidad infantil.
El mismo documento oficial presentado ante la Asamblea Nacional asegura que está listo el Anuario de Mortalidad de 2013, que espera por la aprobación para su difusión en la página web del ente, en tanto que un trabajo de rediseño de la misma desapareció en 2016 todos los que estaban publicados, así como los Boletines Epidemiológicos que el exministro Henry Ventura dejó de publicar alegando que eran usados de forma maliciosa, pero que se filtraba a los medios de comunicación para alertar de la epidemia de malaria suscitada alrededor de las minas ilegales de oro en el sur de Venezuela.
De forma alternativa, apelando a la Biblioteca Virtual de Salud, se puede consultar el Anuario de Mortalidad 2011 del MPPS (PDF), el 54% de los neonatos fallecidos lo hacen por “trastornos respiratorios y cardiovasculares específicos del período perinatal”, otro 16,06% por infecciones perinatales y 15,78% a anomalías congénitas. El período perinatal corresponde desde la semana 28 de embarazo hasta la primera semana de nacido. Ahora se suman nuevas contrariedades, como el fallecimiento de siete bebés durante un apagón el pasado 14 de abril en el Hospital Razetti de Barcelona, estado Anzoátegui. Un tema que fue obviado por la ministra Melo en Chile.
Por Jeanfreddy Gutiérrez para Cotejo.info