- En 1995 bajó la inflación y en 1996 subió, pero en ambos años la pobreza se acrecentó: fueron años de fuertes devaluaciones que redujeron valor real de salarios.
- Desde 2004, el precio de petróleo y la pobreza han estado inversamente proporcionales gracias al aumento del gasto público y a pesar de la caída del PIB hasta 2010
- La GMVV dice haber entregado un millón de viviendas hasta 2015, pero el INE no muestra avances similares en hogares con viviendas inadecuadas, hacinadas o sin servicios públicos.
- Desde noviembre de 2014 se desconoce el valor de la Canasta Alimentaria Básica, por lo que aumentos de salarios –y pobreza- son calculados de forma oscura.
El ministro de Planificación, Ricardo Menéndez, presentó datos estadísticos económicos durante el Consejo de Economía Productiva, en el salón Ezequiel Zamora del Palacio de Miraflores, ante un grupo de empresarios pasado el 16 de agosto de 2016.
Defendió lo que llamó “modelo de protección de los trabajadores” al referir que en Venezuela no habría ahora una correlación o paridad entre inflación y pobreza, como sucedía en la década de los años noventa, cuando los indicadores macroeconómicos y sociales se movían al mismo ritmo. Esto habría cambiado desde 1999 por los incrementos salariales que establece la Constitución Bolivariana, al mismo ritmo de la Canasta Alimentaria Normativa.
Menéndez ejemplificó que entre los años 1995 y 1996, cuando la inflación habría alcanzado 103%, la pobreza también subió hasta 76%, mientras que aunque el Índice Nacional de Precios al Consumidor había registrado un incremento de 180.9% en 2015, la pobreza por ingreso solo se ubicaba en 33.1% para demostrar su tesis. Esto, porque un semestre antes, en 2014-II, la pobreza estaba en 32.6%.
Malas citas y realidad
En el documento del Instituto Nacional de Estadísticas “Resumen de Indicadores Socioeconómicos” (junio de 2010, PDF) se registra que aunque para 1996 el INPC alcanzó un incremento anual de 103,2%, la pobreza por línea de ingreso estuvo entre 70,8% y 64,3% entre el primer y segundo semestre. Esto implicaría entre 5.2 y 11.7 puntos porcentuales menos que lo asegurado Menéndez en transmisión de Venezolana de Televisión. Una diferencia que implicaría varios millones de personas.
Por otro lado, la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI), realizada por tres universidades nacionales en 2014 y 2015, encontró que la pobreza se ubicada en 48% y 76% respectivamente. Lo que se asemeja al 88% que Menéndez proyectó, si no se hubiese aplicado la Agenda Económica Bolivariana.
Y el ministro hizo esas aseveraciones sin revelar los datos de pobreza para el segundo semestre de 2015, con lo que se podría conocer realmente el efecto de la inflación. La Canasta Alimentaria Normativa tampoco se publica desde noviembre de 2014, por lo que sus declaraciones son imprecisas y poco transparentes.
Diferencial cambiario
Lo que el ministro omitió explicar sobre la década de los noventa es que el cálculo de la pobreza por ingreso estuvo determinado por la devaluación progresiva del bolívar, al eliminar el control de cambio en 1989 pasando por varios sistemas de bandas, devaluaciones y flexibilidad, mientras que el cálculo actual pasa por un nuevo subsidio del dólar desde 2003.
Así que, con el desmantelamiento de RECADI, el dólar pasó de 38,96 bolívares controlados hasta los 476,5 bolívares libres de finales de 1996, lo que implicó una devaluación de 1123%. De esta manera, aunque la inflación bajó en 1995, la pobreza siguió subiendo por la pérdida real del valor de salario, que en diciembre sufrió una nueva depreciación que lo hizo pasar de Bs. 176 a 290. Es decir, el salario mínimo pasó de valer 102 a 42 dólares, una caída real de 41% en apenas siete años.
Así lo explica “La evolución de la pobreza en Venezuela” (junio 1998, PDF), publicado como parte de la Serie Documentos de Trabajo de la Gerencia de Investigaciones Económicas del Banco Central de Venezuela, firmado por Reiner Schliesser y José Ignacio Silva.
El estudio encontró que 35% del empobrecimiento durante la década de los 90 provino de la depreciación del cambio real, 27% por la caída del PIB per cápita y la reducción de la demanda, y 19% por la eliminación de controles de precios y tarifas de servicios públicos que se aplicó desde 1989, un proceso de “sinceración” recomendado por el Fondo Monetario Internacional que fue parte del entorno económico en que se suscitó El Caracazo. Asimismo, encontraron que la inflación solo habría colaborado en un 3% de este empobrecimiento, mientras que la tasa promedio interanual de pobreza creció menos que en décadas anteriores.
Señala además que hubo un crecimiento inercial de la pobreza proveniente de la década de los 80, en que la caída de precios del petróleo no permitió al Estado seguir aumentando el empleo público, mantener las políticas de ingresos y la infraestructura social desarrollada en salud, educación y servicios, por lo que al no poder reducir la nómina burocrática por razones políticas se apostó por reducir el salario real con devaluaciones.
Recalculemos
La pobreza bajó de 53,1% en el primer semestre de 2004 a 21,2% para el segundo de 2011. En el mismo tiempo la tasa de cambio se movió de 1.920 a 4.300 (reconvertidos en 4,30) con períodos de congelamiento entre 2005 y 2009. Es decir, se elevó 123%, es decir, mil puntos menos que en los mismos siete años de liberación del dólar de los 90.
Así las cosas, el salario se elevó desde 321.235 bolívares a 1.548,22 bolívares (según nuevo cono monetario). Un incremento nominal de 381%, pero que pasó de equivaler de 167 a 360 dólares, un incremento real del 115% gracias al control cambiario.
En 2004 la Canasta Alimentaria Normativa equivalía (CAN) a 1,07 salarios mínimos y 4,71 la Canasta Básica Familiar (CBF), calculada por el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (CENDAS-FVM). Siete años después, las equivalencias para un sueldo mínimo de BS. 1.548,22 eran que la CAN requería 1,12 salarios, mientras 5,1 salarios la CBF. El poder adquisitivo apenas había variado al tiempo que el bono de alimentación pasó de 6.175 bolívares (3,2 dólares) diarios a 19 bolívares fuertes (4,4 dólares).
Omisión peligrosa
No es posible hacer la misma equivalencia para el primer semestre de 2015 que Menéndez muestra como de contención de una peor pobreza, porque las cifras de la CAN solo han sido publicadas por el INE desde noviembre de 2014, año en el que ya se acumulaba un crecimiento de 75,32% desde enero, mientras el salario subió solo 49,5% nominalmente, y el Cesta Ticket lo hizo 18%, al haber subido la Unidad Tributaria por debajo del índice de inflación. En diciembre de 2014, un decreto presidencial modificó el cálculo mínimo diario del bono de alimentación de 25% a 50% de la Unidad Tributaria, con pago por día trabajado o no, pasando de 1.333 a 2 mil bolívares mensuales. Una decisión con datos económicos desconocidos, lo que hace desconfiable la aseveración de Menéndez.
Con la llegada del Sistema Marginal de Divisas (SIMADI) –que empezó a valorarse en 170 bolívares y flotó presuntamente libre desde febrero de 2015-, con un sueldo mínimo de 6.746,98 bolívares la CBF –que había subido 163% en un año- requería 13,6 salarios. Además, el 1° de julio la divisa norteamericana se cotizó en 197,23 bolívares según el BCV, por lo que el salario equivaldría a 34 dólares, más de 90% de pérdida del valor real de 4 años antes.
Si se calcula con el valor del Sistema Complementario de Administración de Divisas (SICAD) que hasta el 22 de junio de 2015 costo Bs. 12, el salario sería de 562 dólares; superior al de 2011, lo que no explicaría el aumento de la pobreza.
Al momento de la rueda de prensa de Menéndez, sus datos de pobreza cumplían 14 meses de retraso, mientras el dólar DICOM –actual tasa flotante complementaria- se cotizó en 646,32 bolívares. Más del triple que cuando el INE calculó la cantidad de familias por debajo de la línea de pobreza, por tanto, incapaces de adquirir completa la CAN, de valor desconocido.
Rentismo en números
La investigación documental “Entorno macroeconómico venezolano” (septiembre 2012, PDF) del profesor investigador de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) y economista egresado de la Universidad de Los Andes (ULA), Isaías Covarrubias Marquina, encontró una doble relación entre los ingresos petroleros, el aumento del consumo privado –especialmente entre los más desfavorecidos- y la disminución de la pobreza por la vía de la transferencia de ingresos, control de precios y subsidios con un incremento de la importación de bienes. Calificó la economía de “rentista” con una dependencia petrolera al margen de la productividad del país. Esto se habría acentuado a partir del 2004.
De esta forma, el petróleo varió entre ese año y 2011 de 32 a 97 dólares según la Agencia Internacional de Energía (EIA, por sus siglas en inglés) en su perfil de Venezuela. Al mismo tiempo las exportaciones petroleras subieron de 82,9% a 95,2% y la producción se elevó oficialmente hasta 3,23 millones de barriles diarios para 2006 –medio millón más desde 2004- según lo recoge el Boletín Mensual de la OPEP citando cifras de PDVSA. Desde entonces habría bajado a 2.734 millones, aunque fuentes secundarias citadas por el cartel lo ubican a 2.387 millones.
Esto implicaría un aumento de la renta petrolera de 203% por el incremento del precio crudo y de 123% por la depreciación del bolívar, sumado a los 547 millones de barriles extras –solo entre 2004 y 2006-, mientras el PIB se redujo progresivamente en ese tiempo desde 18,3 hasta -1,5 de 2010, con un repunte en 2011 de 4,2%. Mucho dinero que no se reflejó en productividad en un entorno de expropiaciones y nacionalizaciones.
En 2012, cuando superó la barrera de los 100 dólares, la pobreza por línea de ingreso bajó hasta 21,2% en el segundo semestre. Mientras ahora, con una bajada progresiva hasta promediar menos de 40 dólares, la pobreza ha aumentado por cuatro semestres consecutivos desde finales de 2013, aunque Menéndez convenientemente solo habla del aumento de medio punto porcentual desde los 32,6%, a partir de 2014-II, por la “guerra económica”.
Logros de GMVV inconsistentes
El ministro del Planificación también apeló al método de Necesidades Básicas Insatisfechas, o pobreza estructural, cuando indicó que por primera vez cumplía tres semestres por debajo de 5%. “Tuvimos 4,9% ahorita estamos en 4,78%”, destacó, al referirse a otro dato sin publicar.
Además, como se ha difunde en términos anuales, tampoco se puede comprobar la veracidad de cumplir tres períodos por debajo de 5%, mientras para 2014 fue de 5,4%.
A pesar de esto, se puede ver que hay 1.479.894 hogares pobres por esta metodología que evalúa cinco indicadores: hogares con niños de 7 a 12 años que no van a la escuela, hacinamiento crítico, viviendas inadecuadas, sin servicios básicos y dependencia económica.
Si comparamos desde 2011 con el nacimiento de la Gran Misión Vivienda Venezuela, que hasta 2015 aseguró haber entregado un millón de viviendas para una cantidad igual de hogares, estos valores deberían haber bajado al mismo ritmo.
Sin embargo, los hogares viviendo en muy poco espacio solo se redujeron poco más de 143 mil, mientras el INE asegura que para esos años hubo solo 562 mil nuevas familias. De forma similar, las viviendas inadecuadas solo bajaron en 155.666. Peor aún, los que no poseen agua, luz o aseo urbano no llegaron a ser 25 mil, menos que desde que apareció el programa especial de construcción.
Vamos a trabajar
El ministro también afirmó que el desempleo ha rondado entre 6,6 a 7 puntos, según el mes, mientras afirmó que sin los 14 motores productivos 490 mil personas hubiesen quedado sin trabajo, porque ha habido “capacidad de absorción del tipo vegetativo de la población”.
El Consejo de Economía Productiva fue instalado el 19 de enero de 2016, en tanto que los 14 motores fueron definidos el 16 de febrero. Más allá del argumento contrafactual, vale comparar los meses de abril de este año y el anterior –porque el desempleo es estacional, como indicó Menéndez- para una justa valoración.
En ese período, 224 mil personas perdieron su empleo, mientras los desempleados subieron solo poco más de 26 mil. Esto se explica en que la población económicamente inactiva (estudiantes, amas de casa, incapacitados, rentistas, pensionados, jubilados y otros que trabajan menos de 15 horas a la semana) aumentaron en 612 mil personas (2.1%), incluyendo 198 mil personas que abandonaron el mercado laboral. Esto fue impulsado especialmente por 428.330 más personas dedicadas solamente a los quehaceres del hogar.
Esto es, 3.4 millones de quienes atienden su hogar, pero no poseen empleo formal ni informal. De esa cifra 97,8% son mujeres; y entre ellas, el desempleo cerró en abril en 8,3% y no ha estado debajo de 6,9% en los últimos 12 meses. Peor aún, son ellas las que perdieron 301 mil empleos, mientras los hombres ganaron 77 mil. Paradójicamente, entre las mujeres bajó la cantidad de cesantes y desempleados, es decir, abandonaron la búsqueda. El registro estipula 133 mil nuevas estudiantes, pero casi 8 mil menos entre los hombres, y por supuesto, 417 mil nuevas amas de casa contra tan solo 11 mil entre ellos.
De la formalidad, aseguró que se había “estabilizado” en 60%, pero se ha llegado a 62% “y estuvo en 47% en 1990”. Pero el INE le vuelve a quitar la razón al señalar que, al comienzo de la década de comparación, la formalidad era de 57,8%; de nuevo más de 10 puntos porcentuales de diferencia, que es más que un margen de error. Para la segunda mitad de 1999 la formalidad si había bajado a esa cifra, pero no hay evidencia de punto más alto de 60,5% desde entonces, mientras para abril de 2016 se alcanzó el 60,3%.
Remató Ricardo Menéndez diciendo que solo 17-18% era realmente informal, mientras el resto laboraban por “por cuenta propia” y en empresas de menos de cinco empleados, desde un consultorio médico hasta una consultora financiera que podría hacer mucho dinero.
El INE informa que 5.189.921 personas trabajan en el sector informal, de los cuales 71,07% lo hacen por su cuenta –sin beneficios de ley- mientras 5,1% son patrones o empleadores. Por tanto, la “informalidad real” oscilaría entre 882 y 934 mil personas, por lo que los empleados y obreros en empresas pequeñas rondarían entre 318 y 266 mil. Esto considerando que en un año se perdieron más de 59 mil empleadores o patronos: 71% eran mujeres. Además, hay 52 mil menos emprendedoras.
Finalmente, la pobreza está contenida estadísticamente al no conocerse cómo cerró en 2015 ni cómo ha avanzado en el primer semestre de 2016, mientras el control de cambio y de precios de los alimentos llevan a estimaciones que difieren no solo con el CENDAS y la ENCOVI, sino con Cotejo que se ha encontrado con la cantidad de veces que comemos al día, la cantidad de viviendas construidas o la reducción de la mortalidad infantil.
Por Jeanfreddy Gutiérrez para Cotejo.info