- 300 mil unidades habitacionales habrían sido entregadas en 2019, para llegar a la vivienda 2 millones 800 mil
- Las cifras indican que el ritmo de construcción y entrega se ha ido incrementando progresivamente
- Tendrían, además, que incrementar en 20 % el ritmo ya descrito de construcción y entrega para “lograr la meta”
Una de las misiones insignia del gobierno del expresidente Hugo Chávez y de la administración de Nicolás Maduro es la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV), cuyo objetivo es la construcción masiva de unidades habitacionales para satisfacer la alta demanda de viviendas por parte de la población venezolana.
El pasado mes de diciembre, Maduro anunciaba con bombos y platillos que la meta para finales de 2019 era llegar a 3 millones de casas o apartamentos construidos por parte de esta Gran Misión, entregando 200 mil más antes de finalizar el año 2018. En aquel entonces nos preguntábamos en Cotejo.info cómo era posible lograr tal meta en un entorno económico tan adverso, que no ha hecho más que empeorar progresivamente.
Pues bien, han pasado dos tercios de 2019 y ya la GMVV ha anunciado la entrega de 300 mil unidades habitacionales más, hasta llegar a la vivienda 2 millones 800 mil el 12 de septiembre en el estado Portuguesa.
¿Qué dicen los números?
Las 300 mil viviendas en 2019 se han distribuido de la siguiente manera:
- La vivienda 2 millones 600 mil fue entregada el 12 de abril en el municipio Los Guayos, estado Carabobo. Transcurrieron 107 días luego de la entrega de la unidad habitacional 2 millones 500 mil, que fue dada a conocer a finales de diciembre de 2018. Si dividimos 100 mil entre la cantidad de días transcurridos, significa que tendrían que haber construido y entregado 935 viviendas por día.
- La vivienda 2 millones 700 mil fue entregada el 11 de julio en Cúa, estado Miranda. 90 días pasaron luego de la anterior entrega, así que ¿se construyeron y entregaron 1111 unidades habitacionales por día? Esto representaría un incremento de 18,9 % con respecto al hito anterior.
- Como mencionamos arriba, la vivienda 2 millones 800 mil fue entregada el pasado 12 de septiembre. El ritmo de construcción volvió a incrementarse, ya que solo transcurrieron 63 días a diferencia de los 90 de la vez anterior. En esta oportunidad, el incremento en la producción fue de 42,9 % puesto que, según el parte reseñado, se construyeron y entregaron 1587 unidades habitacionales diariamente.
Al 17 de septiembre de 2019, faltan 105 días para que finalice el año. Para construir 200 mil viviendas, deben entregarse diariamente 1905 unidades habitacionales, lo que se traduce en un incremento de 20 % con respecto al último anuncio.
Si tomamos en cuenta el estilo revolucionario, en el que se hacen públicos hitos logrados cada vez que se asoma una elección, una fecha importante o se impone la necesidad de desviar la atención pública con anuncios rimbombantes; si en 41 días pudieron entregar 200 mil viviendas como ocurrió con los hitos 2 millones 400 mil y 2 millones 500 mil el pasado mes de diciembre, podemos esperar tranquilamente que al cierre de 2019 el gobierno dará a conocer, sin falta, la entrega de la vivienda 3 millones, como lo ordenó Maduro. Otra cosa es que sea verdad.
El detalle radica en que no hay manera de cotejar estos números. No existe una base de datos pública de urbanismos creados, que contenga la cantidad exacta de apartamentos por edificio y a quiénes se les han adjudicado las unidades habitacionales, que es el deber ser. Solo tenemos la palabra del gobernante, a través de transmisiones por el “canal del Estado”, en las que se develan los hitos en prime time, además de notas de prensa y esporádicas apariciones de funcionarios involucrados con el tema vivienda, algunas veces por Twitter incluso. Cuestión de fe, dirían algunos.
Desde su concepción, los números de la GMVV han sido nada transparentes y cuestionados por diversos entes especializados debido a la dificultad para construir en medio de una escasez tan aguda de materia prima y de mano de obra calificada -la cual se ha visto forzada a migrar en busca de mejores oportunidades-, hiperinflación y contracción económica provocada por el colapso de PDVSA -que se traduce en una merma importante de ingresos por parte del Estado venezolano-, además de los constantes y cada vez más prolongados apagones que afectan la capacidad productiva y, especialmente, a la ciudadanía.