Escuche aquí el Podcast #3 de Venezuela 2020: La recuperación de las universidades
- La opción primera estaría en contrarrestar el abandono estatal, situación país y la elevada deserción, como los principales causantes de la crisis en las universidades venezolanas
- Debate, autonomía y participación, aspectos clave para la recuperación de las casas de estudio
Carlos José* es un muchacho que cursa estudios en una reconocida universidad pública de Venezuela. De procedencia humilde, siempre destacó por ser un estudiante ejemplar. Sus buenas actuaciones en la secundaria le garantizaron un cupo por el Consejo Nacional de Universidades (CNU) en Medicina, una de las carreras más demandadas por los bachilleres venezolanos.
Para poder llegar a su lugar de estudios ubicado del otro lado de la ciudad, Carlos debe salir antes de las 6 de la mañana y tomar un bus desde su casa en el oeste de Barquisimeto –donde reside- hasta llegar a una parada en la que debe esperar un transporte masivo que lo lleve al centro de la ciudad. Una vez allí, debe decidir entre caminar alrededor de un kilómetro o tomar otro autobús que lo termine de trasladar hacia la universidad. En ese periplo suele gastar –solo de ida- alrededor de cuatro mil bolívares. Carlos no tiene tiempo para ir todos los días a un banco a hacer una cola para retirar efectivo, por eso solo asiste a clases cuando tiene el dinero en sus manos.
Carlos José no trabaja, depende de sus padres para subsistir. A pesar de ser un estudiante destacado en su facultad y cumplir con los requisitos académicos y socioeconómicos para optar por una beca mensual, Carlos se abstiene de solicitarla porque esta cubriría apenas una parte del pasaje de ida que gastaría en UN DÍA de traslado.
Antes, Carlos José se apoyaba en los servicios de transporte y comedor que brindaba la universidad para su traslado y alimentación. Hoy en día, esto no es una opción debido a que los autobuses pertenecientes a la universidad están accidentados, los subcontratados prefieren prestar servicio en otro lado y el comedor funciona de manera intermitente.
Ana María* es una profesora asociada con dedicación exclusiva desde hace 30 años, que desde que salió egresada de la misma universidad que Carlos, fue captada por esta casa de estudios debido a sus sobresalientes actuaciones en pregrado y posgrado. Con su sueldo de profesora, Ana María pudo comprar apartamento en una buena zona, un carro del año y sacar adelante a su familia. Hoy en día, Ana gana menos de $5 al mes, tiene su auto “arrumado” desde hace dos años porque el salario que actualmente devenga no le da para mantenerlo operativo y sigue siendo sostén de casa.
Carlos y Ana son apenas dos de tantos rostros de una dramática realidad: la actualidad de las universidades venezolanas, cuyo deterioro ha sido de tal magnitud que se refleja en una migración forzada por parte de estudiantes y profesores, dificultad para mantener abiertas las casas de estudio, inseguridad y constante envejecimiento de las instalaciones, ya sea que pertenezcan o no al Estado venezolano.
La actualidad de las universidades venezolanas en números
De acuerdo con el Observatorio de Universidades (OBU), ente que estudia y analiza la realidad de la academia venezolana, cuatro de cada 10 profesores y alumnos de las universidades públicas han abandonado las aulas desde 2013. En cuanto a los docentes, 77 % de estos no cuentan con la capacidad económica para poder cubrir los gastos de su mantenimiento de vivienda, mientras que 76 % ha manifestado su incapacidad de poder adquirir prendas de vestir y calzado debido a los bajos salarios. En consecuencia, uno de cada dos profesores (50 %, la mitad) ha considerado la idea de abandonar su puesto para procurarse mejores ingresos.
Crisis universitaria, la peor de su historia
La rectora de la Universidad de Carabobo (UC), Jessy Divo de Romero, manifestó en entrevista para Cotejo.info que actualmente la academia venezolana está atravesando la peor crisis de la historia republicana del país. A pesar de todo, considera que los recintos universitarios siguen siendo de las instituciones más respetadas por la sociedad, debido a que han sabido mantenerse en pie a pesar del abandono deliberado por parte del Estado venezolano.
Divo califica como el aspecto más preocupante de esta crisis la calidad de la educación. “Cada día vemos con mayor preocupación el deterioro de nuestra infraestructura, la carencia de servicios básicos, la dotación y reposición de recursos para ejercer de forma óptima las actividades de docencia, investigación y de extensión, aunado a la creciente diáspora, los precarios salarios, becas y servicios estudiantiles hoy casi inexistentes”, expresó.
La profesora Yelena Salazar, socióloga y coordinadora del OBU, considera que las universidades venezolanas están experimentando un proceso de franco deterioro que afecta -además del pago a los docentes y trabajadores- las estructuras de funcionamiento en las distintas casas de estudio del país. «La infraestructura, laboratorios, aulas, baños, espacios donde se hace vida universitaria, todos se han visto seriamente afectados”, indicó.
Otro aspecto en el que Salazar coloca la lupa es en la diáspora de docentes y estudiantes que, a su juicio, fue muy fuerte en los años 2016 y 2017, ya que afectó de manera significativa la dinámica universitaria en cuanto a la asignación de responsabilidades.
Apreciación que comparte Rubén Albornoz, presidente de la Asociación de Trabajadores Administrativos (ATAUCLA) de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), que apunta a la elevada deserción estudiantil como punto crítico en el deterioro de la academia venezolana. “Ahora la universidad anda detrás de los muchachos para que se inscriban en carreras como agronomía, veterinaria, ingeniería agroindustrial, eso está pasando en la UCLA”.
La autonomía, un punto álgido de las universidades venezolanas
Para Salazar, la crisis de las universidades venezolanas tiene aspectos muy particulares que van de la mano con la situación del país, y que se ha visto exacerbada por la inamovilidad de las autoridades universitarias debido a una sentencia de la Sala Electoral del TSJ. “No se hacen elecciones en las universidades desde hace aproximadamente 10 u 11 años porque hay una contradicción entre la Ley de Educación y la Ley de Universidades que se promulgó, en la cual se pretende establecer un sistema de votación en el que todos tiene derecho al voto, sin tomar en cuenta que la definición de comunidad universitaria aparece en la Ley de Educación, en la misma Constitución de la República, y que se restringe a profesores, estudiantes”, explicó.
“El aspecto más crítico que se debe debatir es el de la autonomía universitaria, no solo por la sentencia que obliga a realizar elecciones con la comunidad universitaria que incorpora a egresados, obreros, administrativos, entre otros, sino por el deterioro de la autonomía que se viene dando por el manejo discrecional del presupuesto”, sentenció.
Debate y autonomía, pilares de la recuperación universitaria
Dentro del Observatorio de Universidades que dirige Salazar, se han realizado diversos estudios para diagnosticar la realidad de la academia venezolana, así como para generar propuestas de valor que permitan recuperar, en el mediano y largo plazo, este importante sector que sin duda será punta de lanza en el país que viene.
Salazar argumenta que deben abrirse espacios de discusión y debate dentro de las universidades, donde se generen estrategias de captación de recursos que apunten, incluso, a la sostenibilidad económica de las casas de estudio.
No se debe perder de vista el tema de la autonomía al hablar de recuperación de las universidades venezolanas, en opinión de Salazar. “Se debe estar claros en cómo se va a luchar (y defender) la autonomía universitaria. Hay que difundir y tener claridad en qué es la comunidad universitaria, quiénes eligen, quiénes no. Ese debate hay que darlo sin lineamientos político/partidistas, porque también en las universidades hay diferencias. De todo esto van surgiendo las propuestas porque tenemos varios modelos universitarios: tenemos las universidades autónomas, las universidades experimentales con cierto grado de autonomía, las universidades experimentales que no eligen autoridades, hay también un sistema universitario que se fue creando a partir de la misión Alma Máter. Por lo tanto, hay distintos modelos en los que hay que ir construyendo propuestas”, aseveró.
Estimular la participación, una arista poco abordada
Otro aspecto crítico del que pocos hablan, pero que se encuentra presente en el día a día del OBU, es el de la participación por parte de los distintos actores que hacen vida en los recintos universitarios. «Hay poco interés en participar en las actividades gremiales y universitarias. Un ciudadano desmotivado, desinteresado en cómo mejorar su entorno más inmediato, cuesta más involucrarlo en luchas sociales que puedan transformar las realidades que queremos modificar”, estimó Salazar.
En este sentido, la rectora de la UC añade que debe restituirse la sinergia que ha caracterizado las luchas por las justas reivindicaciones. “Este poder de la convicción debe ir acompañado por la acción consciente del compromiso y la templanza para poder lidiar con esta compleja crisis, y enrumbarnos hasta vientos de cambio, llenos de optimismo y creatividad, necesarios para salvaguardar la energía vital de nuestras universidades y, por lo tanto, de nuestro país”, indicó.
¿Qué hacer mientras tanto?
La coordinadora del OBU considera que deben mantenerse abiertas las universidades a toda costa, sin embargo, está consciente de que no es una tarea sencilla. “Las políticas gubernamentales someten a la universidad a un deterioro y una desasistencia sistemática. Es difícil, pero hay que mantener la universidad abierta”. Salazar es de las que piensa que las universidades venezolanas van a trascender esta crisis, debido a que existe una cantidad importante de docentes comprometidos con la educación, con los jóvenes venezolanos y con el país.
Por su parte, la principal autoridad de la UC apuesta por el despertar de la comunidad universitaria. “Los tiempos de transformación en épocas de crisis tan complejas como la que atraviesa hoy la universidad venezolana son impredecibles. Estos tiempos serán marcados entonces por las acciones y las decisiones que asumamos los universitarios. Mientras más rápido despertemos del letargo obligado al que nos han sometido, más temprano comenzaremos a reconstruirnos con el ímpetu de una férrea, clara y contundente voluntad de trabajo individual y colectiva”.
*Nombre ficticio