- Dificultad para obtener financiamiento, baja calidad de productos agroquímicos y distorsiones económicas han incidido en la caída de la producción de los rubros que se siembran en Venezuela
- Sinergia y sentido de pertenencia, principales fortalezas de asociaciones y productores para reimpulsar la cadena agroproductiva del país
El sexto trabajo de la serie “Venezuela 2020 – El país que viene” está dedicado a un sector que consideramos estratégico para el desarrollo del país, además de fundamental para el bienestar de sus ciudadanos. Hablamos de la industria agrícola o de la cadena agroproductiva venezolana.
En Venezuela, una buena parte de la actividad este sector se concentra en el estado Portuguesa. Es en esta entidad llanera, considerada el “granero de Venezuela”, donde se siembran y cosechan muchos de los productos que a diario consumen las familias venezolanas.
El problema está en que la cadena agroproductiva del país -al igual que muchos otros sectores- se encuentra en un momento difícil por diversas razones. “La materia prima nacional es escasa y las importaciones que se pueden hacer (de materia prima), o están siendo manejadas por el Estado, o son adquiridas directamente por la industria a precios internacionales”, de acuerdo con el ingeniero Gustavo Moreno, presidente de la Asociación de Productores Rurales del estado Portuguesa (Asoportuguesa).
Esto, además de otros factores que se irán detallando a lo largo de este trabajo, incide directamente en la merma de la producción.
PRODUCCIÓN DE ARROZ EN CAÍDA LIBRE
Para 1999, año en el que Hugo Chávez Frías asume la presidencia de la República, la producción de arroz en el país fue de 720.193 toneladas. Nueve años después, en 2008, se ubicó en 1.360.650 toneladas. Es decir, aumentó 88,93 % durante ese lapso, según números de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela, mejor conocida como Fedeagro.
Es después de 2008 que comienza la debacle en la producción de arroz hasta llegar a 276.633 toneladas, su punto más bajo en 2016 de acuerdo con estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), lo que representa una disminución de 79,67 % en ocho años.
El indicador de producción más reciente lo registró FAO en 2018 (494.549 toneladas de arroz). Fue calculado mediante una metodología de imputación de datos, un procedimiento estadístico que se aplica cuando no se dispone del valor requerido. En los próximos rubros a analizar, los valores que FAO estima para el año 2018 han sido estimados bajo este procedimiento.
“En el arroz, nosotros llegamos a sembrar 244 mil hectáreas, el año pasado se sembraron alrededor de 75 u 80 mil”, manifestó Tony Pestana, agricultor y expresidente de Fedeagro.
CACAO REGISTRÓ MÁXIMO DE PRODUCCIÓN EN 2013
Un producto que tiene el potencial de ser una fuente alternativa de ingresos para Venezuela es el cacao, puesto que está catalogado como uno de los mejores del mundo.
En 1999, la producción de cacao se ubicó en 13.918 toneladas, según Fedeagro. Su punto más alto fue en 2013 -año en el que Nicolás Maduro es electo como presidente-, con 29.689 toneladas, un incremento de 113,31 % con respecto al penúltimo año del milenio pasado.
FAO situó la producción en 2018 en 25.137 toneladas, un descenso de 15,33 % en relación con 2013.
PRODUCCIÓN DE CAÑA DE AZÚCAR CAE A MENOS DE 5 MILLONES
Uno de los productos en el que más se siente la pérdida de la producción nacional es el azúcar. Hoy en día vemos que la existencia en los anaqueles proviene mayoritariamente de Brasil, cuando hay estados como Lara y Yaracuy que cuentan con centrales azucareros que en este momento se encuentran paralizados.
La producción de caña de azúcar en el país fue de 8.501.109 toneladas en el año 1999. Llegó a rozar los 10 millones en 2003, cuando se situó en 9.950.078 toneladas (aumento de 17,04 % durante ese lustro).
A partir de allí, hubo altas y bajas en los niveles de producción, hasta que en 2016 se “alcanzó” el punto más bajo al situarse en 3.331.252 toneladas (disminución de 66,52 %, dos tercios de lo que se producía en 2003). El número más reciente lo suministra FAO y es de 2018, con una producción de 4.166.916 toneladas.
Con la caña de azúcar sucedió algo interesante, y es que Wilmar Castro Soteldo, exgobernador de Portuguesa y actual ministro de Producción Agrícola y Tierras, prometió en 2018 que elevaría la producción a 12 millones de toneladas, hecho inédito en el país al menos en los últimos 20 años. Evidentemente, tal promesa no se materializó.
EN 2017 SE PRODUJERON 2/3 MENOS DE MAÍZ QUE EN 2008
Fedeagro ubicó la producción de maíz en 1.149.452 toneladas en 1999. En nueve años aumentó 160,62 % para ubicarse en 2.995.710 toneladas.
Como con otros rubros, luego de 2008 la producción de maíz registra altas y bajas hasta llegar a 2017, cuando el número fue de 1.050.000 toneladas, el más bajo en los últimos 18 años. Esto equivale a un descenso de 64,95 %, casi dos tercios con respecto a 2008, según números de FAO.
La misma FAO estimó la producción de maíz para 2018 en 1.318.418 toneladas.
“En el maíz, de 650 mil hectáreas que se sembraban en un momento, el año pasado fueron solo 122 mil”, de acuerdo con datos de Pestana.
PRODUCCIÓN DE SORGO DISMINUYE 96 % ENTRE 2003 Y 2017
El sorgo es un cereal polivalente, puesto que puede utilizarse para consumo humano, así como para la elaboración de bebidas alcohólicas y para la alimentación de animales.
Su producción en 1999 fue de 363.874 toneladas. Su número más alto se registró en 2003, cuando llegó a ser de 614.214 toneladas, 68,8 % de incremento.
14 años después, de acuerdo con estimaciones de FAO, la producción de sorgo fue de apenas 20.000 toneladas, un retroceso de 96,74 %.
Estos números reafirman la hipótesis de conocidos productores agrícolas como Osman Quero, presidente de Fedecámaras Portuguesa, y el mismo Pestana, de que el sorgo ha prácticamente desaparecido de los campos venezolanos.
“Portuguesa llegó a sembrar casi 150 mil hectáreas de sorgo. Hoy no se siembran en todo el país ni 3 mil”, indicó Pestana.
SOYA: COMPORTAMIENTO BIPOLAR
El cultivo de soya gozaba de una producción para 1999 de 5.207 toneladas, y se mantuvo en rangos de cuatro dígitos hasta 2005, cuando se ubicó en 3.491 toneladas. El año siguiente (2006), se registró un aumento de 589,79 % al pasar a 23.871 toneladas, de acuerdo con Fedeagro.
Dicho ascenso continuó hasta 2010, cuando la producción fue soya alcanzó su cénit en 65.702 toneladas.
Así como el incremento entre 2005 y 2010 fue meteórico, también lo fue su decremento, al bajar en un lustro a 5.061 toneladas, un descenso de 92,3 %. Este fue el último valor registrado por Fedeagro.
FAO estimó la producción de soya entre 2016 y 2018 en 8.000 toneladas (2016, 2017) y 6.000 toneladas (2018), aclarando que estas cifras son “no oficiales”.
Estos seis productos son una muestra pequeña, aunque representativa, de la actualidad que atraviesa la cadena agroproductiva venezolana y su modo de supervivencia a través de los años.
“En hortalizas estamos entre 15 % y 20 % de nuestra capacidad, algo así como 240 mil hectáreas se sembraban en el país. Ojo, no son 240 mil por todas, sino que la misma hectárea la sembrabas hasta tres veces y la contabas por tres, porque son rubros de ciclos cortos. Ni así llegamos a 20 % hoy en día. Estimo que estamos sembrando alrededor de 40 mil hectáreas en todo el país”, calculó Pestana.
¿QUÉ HA MOTIVADO LA CAÍDA EN LA PRODUCCIÓN?
Una de las razones que ha incidido en la abrupta caída de la producción es la disminución, tanto en cantidad como en calidad, de productos agroquímicos. “Todos los rubros se han visto afectados por problemas de disminución de la oferta de fertilizantes, así como de la calidad de algunos agroquímicos”, manifestó Moreno.
Pestana refuerza esta hipótesis apuntando a un actor conocido por productores y agricultores. “Los insumos no los hay, cuando se consiguen es porque los formula Agropatria y de paso lo hace mal. Si ellos rinden con agua el ingrediente activo, es decir, el concentrado, evidentemente la efectividad del producto será muy mala. Es por ello que nos estamos encontrando con aplicaciones que no hacen absolutamente nada y, por consiguiente, los cultivos aparecen llenos de maleza o con mucha plaga, eso lleva los rendimientos al piso”, sentenció.
Otro factor que ha pegado duro a los productores es la dificultar para financiarse debido a la crisis económica que atraviesa el país. “Esta situación está relacionada con el hecho de que no hay financiamiento, de que no se consiguen los insumos nacionales, de que hay que acudir a un mercado internacional para conseguirlos, y el financiamiento es un factor determinante para poder conseguirlo”, argumenta Quero.
“Eso hace que lo que se está produciendo hoy en Venezuela sea a pulmón de las personas que invierten, de los propios productores que están tratando de sobrellevar y de mantenerse en su finca, al igual que lo hace el ganadero, por ejemplo”, precisó el presidente de Fedecámaras Portuguesa.
LO QUE SE NECESITA PARA RECUPERAR LAS CADENAS AGROPRODUCTIVAS
Para la principal autoridad de Fedecámaras Portuguesa, Osman Quero, recuperar el sector y estimular la cadena agroproductiva -y a Venezuela-, requiere de un cambio en las políticas que se implementan en la actualidad. “Hay muchos factores que están afectando a los diferentes sectores, independientemente del sitio donde nos encontremos ubicados”.
Por su parte, el ingeniero Gustavo Moreno propone una distribución transparente y directa de los fertilizantes producidos en el país, además de mecanismos de importación que lleguen de forma expedita al productor final. “No es posible que se estén trayendo por los caminos verdes insumos que no cumplen con la permisología necesaria, o que se estén comercializando productos que, cuando llegamos al campo, nos damos cuenta que ni tienen la forma de aplicación ni tienen el modo de acción que dicen tener, lo que incrementa los costos de producción”.
En cuanto a las semillas, Moreno sugiere hacer dos actividades de forma paralela. “Por un lado, fomentar la investigación y el fitomejoramiento de semillas en el país que sean realmente productivas y acordes a las condiciones agroclimáticas de Venezuela; y por otro deslastrarse de ‘cuestiones ideológicas’ que impiden a los agricultores venezolanos hacer uso de fitología avanzada con apoyo en la tecnología”.
Otro aspecto al que hace referencia Moreno es acerca del financiamiento que se necesita para la importación y recuperación de la maquinaria agrícola, que al día de hoy se deteriorada y canibalizada. “Se requiere retomar el financiamiento del sector bancario público y privado para que podamos generar (sic) la importación de repuestos que permita recuperar la maquinaria. También es necesario generar un mercado secundario con el objetivo de comercializar maquinaria usada para quienes no puedan comprar una maquinaria nueva. De esta forma, se inyecta tecnología y se incrementa productividad”.
Moreno considera también de suma importancia la capacitación de agricultores, operadores y trabajadores del sector. Al mismo tiempo, resaltó que todas las acciones mencionadas deben ser acogidas por cada uno de los actores de la cadena agroproductiva del país.
EL POTENCIAL DE PORTUGUESA COMO 'GRANERO' DEL PAÍS
Los especialistas coinciden en que una de las fortalezas de Portuguesa es la sinergia entre asociaciones, productores y agricultores. “Portuguesa tiene una gran ventaja, y es la cantidad de asociaciones donde los productores estamos de alguna manera vinculados y que nos fortalecemos unos a otros, no solo en el tema gremial, sino en términos de producción”, indicó Pestana, expresidente de Fedeagro.
“Quienes nos visitan se dan cuenta que en Portuguesa, a pesar de las vicisitudes y de los problemas, trabajamos día a día para impulsar el desarrollo agrícola venezolano. Estamos plenamente seguros que con un mínimo de coordinación entre el ministerio de Agricultura y Tierras, gobernación del estado y las asociaciones de agricultores tradicionales en el país, podemos dar respuesta quienes aún nos mantenemos insistiendo y persistiendo en activar el sector agrícola y no desaparecer”, sentenció el ingeniero Moreno.
En la misma línea de pensamiento se encuentra Quero. “El mejor capital que tiene Portuguesa para dar, es contar con una población que no salió de la noche a la mañana, sino que viene de cuatro o cinco generaciones de agricultores, lo que significa que hay un arraigo intrínseco en su manera, en su cultura, en su forma de vida”, argumentó.