- Sector industrial en Carabobo opera a 20 % de su capacidad
- No se ensamblaron automóviles en el país en 2019
- Estimular la recuperación supone el fortalecimiento de la pequeña y mediana industria para que esta sirva de base al eficiente desarrollo y crecimiento de la gran industria, dice Jonathan Aldana, presidente de Fedecámaras Carabobo
El estado Carabobo fue por años el estado “industrial” de Venezuela. Las empresas transformadoras de materia prima, así como grandes ensambladoras automotrices, abastecían al mercado nacional, convirtiendo a la entidad en una de las principales del país, por detrás de Caracas y el petrolero estado Zulia. Hoy en día, como en otros sectores, la situación es diferente.
El parque industrial carabobeño opera a 20 % de su capacidad instalada, según especialistas consultados para este trabajo. La continua escasez de materia prima, el deterioro de equipos y la imposibilidad de adquirir nueva maquinaria han ido mermando su eficiencia.
Jonathan Aldana, presidente de Fedecámaras Carabobo, pone el acento en el ámbito político. “La inadecuada forma de diseñar la política económica en el país, con grandes restricciones a las iniciativas privadas y donde el ejecutivo nacional pretendió asumir el papel de empresario, produjo el deterioro de las funciones de producción, al punto de llegar a las empresas industriales. Estas se encuentran hoy prácticamente paralizadas y su situación ha generado perdida de muchas fuentes de trabajo, entre ellas, las ensambladoras de vehículos, fabricantes de cauchos y de partes automotoras”.
Crisis económica ha impactado el parque industial
El presidente de Conindustria, Adán Celis, destaca otros aspectos que, a su juicio, han resultado perjudiciales para el parque industrial. “La hiperinflación destruyó el ingreso de los venezolanos y, por ende, su poder adquisitivo. Tenemos unas empresas que tienen costos por el 100 trabajando solo al 20, por lo tanto, no son productivas”.
Celis estima que al menos una cuarta parte de los trabajadores ha migrado. “Entre 25 % y 35 % de nuestros trabajadores se ha ido del país en busca de mejores oportunidades. Estamos perdiendo mano de obra calificada. Toma años entrenar a un trabajador para que sea eficiente en su labor”, argumentó.
Anaqueles llenos de productos importados
Un fenómeno de reciente data que está afectando al parque industrial, a la pequeña y mediana empresa, así como a las cadenas agroproductivas del país y a otros sectores es la llamada “economía de bodegones”, que consiste en que ahora el gobierno nacional permite la importación de productos puerta-a-puerta por parte de particulares, ocasionando que el mercado venezolano esté inundado de artículos provenientes del exterior a precios con los que aquellos “hechos en Venezuela” no pueden competir.
Al respecto, Celis insiste en que no son enemigos de las importaciones, a menos que fomenten la competencia desleal. “No somos enemigos de las importaciones, siempre y cuando sean bien hechas, de productos de buena calidad, que te hagan más productivo. (Sí somos enemigos de) la importación de productos vencidos, o falsificados, que muchas veces ni siquiera tienen permiso sanitario, o que no pagan impuestos. Eso es una competencia desleal, que provoca que los aranceles se los coloquen a las materias primas. Esto nos coloca en condiciones desfavorables con respecto a los productos importados”, explicó.
Celis opina que cuando un país se llena de productos importados, se fuerza a la masa laboral para irse del país, cuando esos empleados deberían estar produciendo dentro de Venezuela. “Dejamos de exportar productos para empezar a exportar gente, cuando debería ser al revés”, afirmó.
El drama de las ensambladoras automotrices
La capacidad instalada de las ensambladoras automotrices en el país era de 200.000 unidades anuales. Solo en el Estado Carabobo hacían vida las empresas Ford, General Motors (GM), Encava y Fiat Chrysler Automobiles (FCA).
De esas ensambladoras, GM cerró operaciones en Venezuela en abril de 2017. Su capacidad de ensamblaje era de poco más de 40.000 vehículos al año, al igual que Ford. Henry Ospina, integrante de la Federación Unitaria de Trabajadores Automotrices, Autopartistas y Conexos (Futaac), sostiene que la producción nacional es prácticamente inexistente. A su vez, explica que las pocas unidades que se pre-ensamblen en el país es debido al pequeño aporte que hacen empresas mixtas como Chery, Civetchi o Yutong, que representaría 1 % de la producción venezolana.
“En el caso de Fiat Chrysler, su capacidad era de 14.000 unidades anuales y las de Ford y GM era tres veces la de FCA. En el caso de FCA se logró importar 90 unidades y Ford aproximadamente 500, recalcando que ya son unidades que vienen totalmente armadas y que no generan la ocupación de mano de obra nacional”, indicó.
La situación actual de las ensambladoras automotrices es, para Ospina, un crudo reflejo de la crisis económica por la cual atraviesa Venezuela. Entre las dificultades que atraviesa este sector enumera la escasez de materia prima, la situación crediticia, la contracción del mercado automotriz venezolano, la hiperinflación y, por último, la burocracia y opacidad de las políticas económicas.
“El sector en la actualidad está 99 % paralizado, adaptándose al nuevo modelo de importación de vehículos armados totalmente en el extranjero. Antes también se importaba el vehículo, pero desarmado en su totalidad, y estas empresas en sus plantas de producción, con personal altamente calificado procedía a armarlos”, explicó el integrante de Futaac. “Las cantidades que están llegando a empresas como Ford y FCA -antigua Chrysler- no son muy representativas. Sin embargo, es la alternativa que, según dicen, tienen estás multinacionales para sobrevivir y mantenerse en el país, esperando a que la situación económica mejore algún día”.
Producción y venta de automóviles venezolanos: una montaña rusa
En 1978, la industria alcanzó la cifra de 180.000 unidades ensambladas y vendidas en el mercado nacional, el mejor año en toda la historia de la industria automotriz en cuanto a producción. Posteriormente, en la década de 1980, esta disminuyó drásticamente hasta alcanzar las 27.000 unidades anuales. Recordemos que fue el decenio del llamado “viernes negro” y de la resaca de la primera bonanza petrolera en el país.
Fueron años difíciles para el sector, pero nunca se paralizó en su totalidad. Para 1995, el sector automotor venezolano comenzó a repuntar, alcanzando su cénit en 2007 cuando se vendieron 400.000 unidades en el mercado nacional. 43 % de ellos (172.000) fueron manufacturados en el país con mano de obra venezolana.
En el año 2008 comienza el declive de la producción nacional, agudizándose a partir de 2013. Es entonces cuando ya se siente dentro del sector la crisis con más fuerza, debido a que se presentaban los primeros síntomas de la caída abrupta de la producción. No obstante, se conservaba la esperanza de que la crisis fuera pasajera. No fue así. La situación continúo agravándose hasta llegar a los niveles más bajos en los años 2017 y 2018, con promedios de producción de 1.770 y 1.400 unidades, hasta llegar a las cero unidades manufacturadas de 2019.
Recuperación del sector automotriz
Para poder llegar a este escenario, según Ospina, primero tiene que darse una solución al grave problema político e institucional que existe en el país, y, a partir de esta premisa, enrumbarse a una real recuperación y elevación de la producción. “Primero se tendrían que crear las condiciones para que el venezolano recupere su poder adquisitivo y así crear nuevamente un mercado automotriz nacional, porque no sirve de nada ofertar vehículos cuando no existe una demanda o esta es muy baja”.
Ospina propone que aquellas empresas cuya producción actual es de cero automóviles, deberían arrancar con una estrategia de pre-ensamblaje. Esto es, que el vehículo llegue a la planta de producción ensamblado solamente en su estructura principal y ya pintado, para luego armarlo internamente, incluyendo sus puertas y accesorios.
“Las plantas automotrices del estado Carabobo están paralizadas, el resultado es obsolescencia y deterioro de las maquinarias que forman parte del proceso de ensamblaje. Esta propuesta permitiría reactivar lentamente la industria, actualizar tecnología y entrenar al personal, además generar empleo”, resaltó.
¿Y el resto del parque industrial?
Aldana, actual presidente de Fedecámaras Carabobo, considera que deben tomarse las siguientes medidas para estimular la recuperación del parque industrial carabobeño y del país. “(Se debe) dejar en manos del sector privado las industrias que fueron expropiadas, y aplicar medidas económicas que conduzcan al uso racional de los recursos”.
Apuesta por la creación y fortalecimiento de la pequeña y mediana industria. A su juicio, estas son las que sirven de base a la gran industria para su eficiente desarrollo y crecimiento.
Celis, su par de Conindustria, argumenta que se necesita un cambio estructural en todos los ámbitos de la economía. No obstante, para lograr ese cambio, se necesita fomentar la confianza, “claridad en las reglas del juego” y bajar las cargas impositivas que en la actualidad asfixian a los pocos que aún producen en el país.
“Tiene que implementarse una política distinta, en la que se defienda lo hecho en Venezuela», afirmó. «Con personas que quieran reinsertar a Venezuela en el concierto internacional”.
Servicios básicos, “equidad y justicia” para salir adelante
Luis Hernández, presidente de la Cámara de Industriales del estado Carabobo, sostiene que es necesario tener garantizados los servicios básicos, tales como electricidad, gas, gasolina y agua. Según su criterio, esto asegura la garantía de funcionamiento del parque industrial.
Además, pide equidad y justicia para ser competitivos con compañías de otros países. “En Perú, por mencionar un país, la nacionalización de un producto o de una materia prima es de máximo 48 horas. En Carabobo es de dos semanas. No hay manera de competir con tales inequidades”, explicó.