- Programas como la Misión Hijos e Hijas de Venezuela apenas beneficia a 15,98 % de la población a la que está dirigida
- 56.4 % de los niños menores de 15 años se encuentra en pobreza multidimensional, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida para Venezuela (ENCOVI)
Son innumerables las deudas del gobierno que inició en el año 1999 y cuyo “legado” trata de mantenerse en la actualidad, en Venezuela. Hugo Rafael Chávez, hizo promesas a la sociedad venezolana que, al día de hoy, solo se traducen en cifras negativas, en violaciones a los derechos, en desesperanza y en el riesgo del futuro de un país: Los niños desprotegidos.
En su momento, el expresidente de Venezuela, Hugo Chávez, dijo que “En Venezuela, más pronto que tarde, no habrá un solo niño en la calle, ni un indigente, ninguna familia abandonada. ¡Eso debe ser objetivo supremo de nuestra Revolución!”, y por muchos años, esa fue su insignia para la creación de programas sociales que, según se dijo, servirían a la población venezolana vulnerable.
Promesas incumplidas
Años más tarde, la realidad de los niños en la calle cada día es más evidente y los derechos de los niños, niñas y adolescentes se vulneran con el paso de los gobiernos del fallecido Hugo Chávez y, ahora, de Nicolás Maduro. La crisis económica ha derivado en pobreza extrema, familias fracturadas, abandono y la ausencia de tres pilares fundamentales para el desarrollo de cualquier persona: Educación, Salud y Alimentación.
El gobierno de Chávez dio a conocer en pronunciamientos y planes, su posición sobre la situación de los niños, niñas y adolescentes venezolanos. “Un niño que no vaya a la escuela está en riesgo de convertirse en un niño de la calle” dijo, e hizo alarde de la creación de una patria para el disfrute de este grupo.
En una transmisión de su programa “Aló Presidente” en el año 2008 aseguró que si era necesario “dar la vida y hacer todo lo bueno que podamos para darles una patria buena y bonita para que vivan felices”.
Misiones dirigidas a los niños
Ese proyecto de la “construcción de una patria” llevó a la creación de múltiples programas o misiones sociales para disminuir los niveles de pobreza, tales como la Misión Alimentación (2003), Misión Niños y Niñas del Barrio (2008), Gran Misión Hijos e Hijas de Venezuela (2011), Misión Niño Jesús (2009) y Misión Hogares de la Patria (2014), por mencionar algunos de los que se podría decir que fueron parte de una política dirigida a la población en riesgo de niños, niñas y adolescentes.
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida para Venezuela (ENCOVI) 2014 desarrollada por la Universidad Católica Andrés Bello, señala que las Misiones Sociales no son masivas, y no tienen el alcance que la propaganda oficial pretendía hacer ver.
De la Misión Hijos e Hijas de Venezuela, que tenía como objetivo “derrotar la pobreza acumulada históricamente logrando la mayor suma de felicidad social y la mayor seguridad social, rumbo a la construcción de la patria socialista” y con un estimado de población meta de 1.108.571 personas, el total de beneficiados fue de 177.103 con un porcentaje de cobertura de 15,98 %, de acuerdo con lo que refleja la encuesta.
Programas de bajo impacto
La socióloga e investigadora de la Encovi, María Gabriela Ponce, asevera que en estos más de 20 años se han dado iniciativas, programas a corto plazo que han sido ineficientes y que no están diseñados para lograr un impacto positivo a largo plazo. Al inicio de los programas sociales, la definición era muy difusa y no se tiene claro cuál era la población objetivo de cada plan.
En este período, alega Ponce que no se percibe apoyo gubernamental para la población que está en desarrollo. Para el último estudio, en el año 2018, la pobreza extrema en el país, que se entiende como el porcentaje de personas que viven en hogares cuyos ingresos no cubren las necesidades de alimentación, para menores de 15 años la cifra es de 79.4 %.
En cuanto a la pobreza multidimensional, que capta un nivel severo de pobreza y exige más de una privación en el hogar, arroja que 56.4 % de los niños menores de 15 años pertenecen a este indicador.
En lo que refiere a la línea de pobreza, la cifra en términos de población es de 91.5 %, de acuerdo con 2018, y en menores de 15 años sube a 92.5 %. A medida que se agudiza y se generaliza la pobreza por línea de ingreso, las diferencias por grupo de edad se hacen menores.
En este contexto, donde no hay cifras actualizadas sobre la pobreza, para el año 2008 el presidente del Instituto Nacional de Estadística declaró que la pobreza extrema en el territorio nacional pasó de 17,1 % a 7,9 % entre 1998 y 2007, esto, tomando en cuenta los mencionados programas sociales desarrollados por el gobierno, que se tenía previsto incrementara el ingreso en los hogares.
Derechos de los niños en jaque
La Ley Orgánica de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, en su artículo cuatro, manifiesta que “El Estado tiene la obligación indeclinable de tomar todas las medidas administrativas, legislativas, judiciales, y de cualquier otra índole que sean necesarias y apropiadas para asegurar que todos los niños y adolescentes disfruten plena y efectivamente de sus derechos y garantías”.
El educador Fernando Pereira, fundador del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap) y defensor de los derechos de niños, niñas y adolescentes, afirma que el declive de los derechos en el país incrementa con la reforma de la LOPNA y la valoración que se puede hacer de estos 20 años y el cumplimiento de los derechos, no es positiva.
Esta ley entró en vigencia en el año 2000 y para Pereira, en ese momento existían condiciones para reestructurar un sistema de protección; se registraba exclusión en el sistema escolar, había niños en situación de calle, índice de desnutrición y embarazo en adolescentes.
Después de 20 años, ninguno de esos aspectos ha sido solucionado y los problemas se han magnificado en cuanto al nivel de calidad educativa, atención de enfermedades y, por el contrario, han surgido nuevos escenarios como los niños la actividad minera, riesgo alimentario, explotación sexual y migración.
La burocracia ralentiza el sistema
Puntualiza Pereira que, en la década de los años 2000, algunos indicadores mejoraron y comenzó el establecimiento de un sistema por medio de defensorías, consejos de protección y programas para atender a víctimas de maltrato. En el año 2007, con la reforma de la LOPNA, se re-centralizaron las competencias y los estados y municipios perdieron las competencias, lo que pasó a ser “Un sistema más burocrático e ineficiente”.
En este punto empezó a tener prioridad la adscripción partidista, se perdió claridad en los organismos y ministerios responsables, lo que le quitó protagonismo al tema de la infancia en los programas del gobierno venezolano.
Hoy en día el escenario se mantiene, porque “cuando los niños son afectados no tienen voz a nivel del alto gobierno, salvo que sea penalmente o policialmente, para que alguna autoridad de estos entes declare al respecto”, sostiene Pereira. Se pierde la visión de la niñez como un grupo clave de la población; se trata de hacer ver que son individualidades y se quita la posibilidad de que esos casos no se vuelvan a repetir.
“Hay un Estado que está de espaldas a los niños, que está de espaldas a su realidad y que por lo tanto no escucha el llanto de los niños que pueden estar sufriendo la violación de sus derechos humanos más fundamentales”, indica Pereira.
Ante las condiciones de pobreza y la falta de garantías en la protección de sus derechos, expertos aseguran que, sobre el número de niños en situación de calle en Venezuela no se tiene la información precisa, dada la magnitud del estudio y el proceso que implica levantar datos por estado en este aspecto.
Los hombres y las mujeres del futuro
En este escenario de los olvidados de una revolución fallida, está Pedro* quien integra la Coordinación Adjunta de la Ciudad de los Muchachos, una casa hogar que cuenta actualmente con 3 sedes y se ubica en el estado Lara, con el objetivo de proteger a los niños, niñas y adolescentes. Pedro ejerce su labor desde hace 22 años, con 17 años de experiencia en la defensa de los derechos humanos.
La Ciudad de los Muchachos es una institución que nace y vive de la solidaridad de las personas, reciben a niños desde 1 año hasta menos de 18. Se encargan de brindar acompañamiento, asesorías académicas; los niños llegan debido a condiciones de pobreza extrema, situaciones de alto riesgo, estado económico crítico. Pedro expresa que realizan el acompañamiento porque “hay que formar a los hombres y mujeres del futuro”.
Para Pedro, la atención de este sector de la población en situación de pobreza “es una responsabilidad del Estado y de la sociedad de manera indirecta”, la pobreza no es un problema de ahora.
Niños con ideales diversos
Hoy en día, 265 niños, niñas y adolescentes forman parte de la Ciudad de los Muchachos y Julia* es una de ellos, tiene 15 años, estudia segundo año de bachillerato y no le gusta la situación del país; ella asegura que, de Venezuela, le gustaría cambiar los altos precios de la comida.
Jesús* es un joven de 15 años de edad que llegó hace seis a esta casa hogar, le gusta el deporte y cursa actualmente el tercer año de bachillerato. Formaba parte de una de las sedes que tuvo que cerrar debido a la crisis en el municipio Simón Planas y ahora reside en la ciudad de Barquisimeto. Ante la crisis pide que esto pase pronto, “vamos a pedirle a Dios que se mejore”.
María* es de las integrantes de la Ciudad con mayor edad, tiene 16 años, estudia en cuarto año de bachillerato y quiere que “Venezuela vuelva a ser como antes”. Por su parte, Juan* es otro adolescente de 16 años y desde los siete vive en la casa hogar, está por culminar el tercer año de bachillerato, practica fútbol y “quiere que el país sea como antes, con libertad”.
Los niños y adolescentes de hace más de 20 años y los de la actualidad, crecieron y se desarrollan bajo la falta de instituciones, de garantías, de respuestas por parte de las autoridades que todavía no otorgan, de hecho, la importancia debida a este sector de la población. Los de antes, y los de ahora, viven con la misma sombra de la denominada “revolución” que no solo le resta espacios a la infancia, sino que sumerge al país en una profunda crisis, en una emergencia humanitaria compleja.
(*) Se hizo el cambio de nombres para proteger la identidad de las personas involucradas