- Las autoridades venezolanas han anunciado públicamente su interés en la producción de la vacuna rusa anti-COVID-19, pese a la crisis que golpea a los laboratorios adscritos a la cartera de Salud en nuestro país
Carlos Alvarado, ministro de Salud en la gestión de Nicolás Maduro, ha sido figura clave en diversas reuniones y alianzas con países como Rusia, China y Cuba, en las cuales se ha abordado el manejo de la pandemia causada por la COVID-19. El 27 de agosto, el funcionario ratificó el interés del gobierno venezolano de producir la vacuna rusa conocida como “Sputnik V”. El diario Panorama recogió lo siguiente:
Hubo intercambio de preguntas desde el punto de vista técnico para ver si (…) podemos nosotros iniciar, primero, el proceso de envase y luego, la producción completa de la vacuna en Venezuela como aspiramos
Carlos Alvarado, ministro de Salud
Las declaraciones se dieron tras una videoconferencia con miembros del Centro de Investigación de Epidemiología y Microbiología Nikolai Gamaleya -encargado de producir la Sputnik V- y el Fondo de Inversión de Rusia.
Esta oferta incluiría, según el portal de Venezolana de Televisión, la producción de las vacunas en suelo nacional a través de las plantas Espromed Bio y la empresa Quimbiotec.
El ministro venezolano de la cartera de Salud reconoce que serían necesarias adecuaciones, elementos técnicos e inversión para lograr el objetivo, por este motivo y por las deficiencias existentes en el país para producción de otros productos contemplados dentro del esquema nacional de vacunación, el equipo de Cotejo.info califica sus declaraciones como una media verdad.
Sputnik V, vacuna de tipo vectorial
El 11 de agosto, Rusia se presentó como el primer país en producir una vacuna contra la COVID-19, la cual fue bautizada como Sputnik V. Es de tipo vectorial y contiene el gen de una proteína del nuevo coronavirus (SARS-CoV-2).
Su propósito es estimular la respuesta inmune del individuo sano y tendría que ser aplicada en dos dosis (la segunda sería administrada tres semanas después de la primera).
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su última actualización correspondiente al mes de agosto, reporta 30 vacunas candidatas que están en fase de evaluación clínica (prueba en humanos); en el documento está incluido el prospecto ruso. Sin embargo, la Sputnik V ha sido vista con recelo por parte de la comunidad científica.
Según un reporte publicado en Runrunes, ni siquiera la OMS tiene en su poder los detalles de los ensayos realizados en fases iniciales. Han solicitado los resultados escrutables de las fases I y II, y de lo que consideran la prueba de fuego: la fase III, que implica la aplicación de la vacuna a miles de personas, de distintas regiones, para comprobar su efectividad. Rusia aseguró que realizaría la tercera fase en el mes de septiembre de 2020.
¿Hecho en Venezuela?
Además de considerarse una vacuna controversial, por no cumplir aún con 100 % de los protocolos de efectividad, es también cuestionable su producción en Venezuela ante la grave crisis que afecta al país.
Según el ministro Carlos Alvarado los laboratorios adscritos a la cartera de Salud podrían encargarse de la producción del biológico.
Una de las candidatas es la empresa Espromed Bio, construida a partir del año 2000 y activada mediante Gaceta Oficial publicada en 2014. Está adscrita al Instituto Nacional de Higiene «Rafael Rangel» (INHRR) para la fabricación de vacunas simples o cualquier otro producto biológico técnicamente compatible, con una capacidad instalada de producción anual de 120 millones de dosis, cifras que confirma la propia revista del INHRR.
En su página web oficial asegura mantener activa la producción de vacunas Pentavalente, Espro Meningo BC, Espro Hepatitis B10 y B20, entre otras. Aunque, no detalla la cantidad de producción actual de dosis y tampoco existen voceros oficiales que ofrezcan detalles.
A esta realidad se suma la desaparición del boletín epidemiológico nacional, mediante el cual, además de los porcentajes de enfermedades contagiosas en los ciudadanos, era posible conocer la cobertura por inmunizaciones, lo que podría ayudar a resolver la incógnita de si la cantidad de producto biológico producido en el país es suficiente para satisfacer la demanda interna.
Escasez de vacunas y albúmina humana
En los últimos 2 años las denuncias sobre la escasez de vacunas del esquema nacional gratuito han sido notorias en los medios de comunicación. En noviembre de 2019, el diario El Informador del estado Lara publicó un texto en el cual se asegura que la vacuna BCG (contra la tuberculosis) llevaba varios meses desaparecida de los centros ambulatorios.
Un reportaje de NTN24, publicado en abril del año 2019, también refleja la gravedad de la escasez de vacunas al mostrar que muchas madres venezolanas se trasladan a la ciudad colombiana de Cúcuta, ubicada en la zona fronteriza, para poder inmunizar a sus hijos.
Por otro lado, el Complejo Tecnológico Farmacéutico venezolano conocido como Quimbiotec, también ha tenido dificultades. Desde 2017 sus trabajadores han participado en mesas de trabajo con el Ministerio de Salud para reactivar la planta productora de hemoderivados a 100 %; al mismo tiempo, han solicitado una serie de beneficios contractuales.
Quimbiotec debería encabezar la producción de albúmina humana e inmunoglobulina en el país, sin embargo, las denuncias de los pacientes sobre su escasez ha sido una constante.
El portal ElPitazo.net reportó que entre julio 2018 y agosto 2019 no había llegado ni un solo frasco de albúmina humana al Hospital Central de San Cristóbal.
Estas denuncias públicas dejan en duda la capacidad de producción de vacunas y medicamentos de alta gama por parte del Gobierno nacional.
Andrey Ryaposov, agregado de prensa de la embajada de Rusia en Caracas, dijo que actualmente se están evaluando las capacidades productivas en Venezuela para determinar que pueda participar en el proceso de envasado de la vacuna, en una primera etapa, y en la posible fabricación de la misma más adelante. “Todavía no hay fechas”, dijo a BBC Mundo.
Detractores
Rafael Orihuela, médico venezolano y exministro de Salud, calificó como “ridícula” la propuesta de producción de vacunas contra la COVID-19 en Venezuela e invitó a la prensa a visitar las instalaciones del Instituto de Higiene en la Universidad Central de Venezuela (UCV, donde también se encuentra la sede de Espromed Bio). El exfuncionario se expresó en Twitter el 21 de agosto, fecha en la que apenas se asomaba la posibilidad de conversaciones sobre este asunto.
La Sociedad Venezolana de Pediatría publicó un comunicado -el 24 de agosto- en rechazo a la vacuna Sputnik V, por considerar que no está pre-clasificada por la OMS. La misiva dirigida al Ministerio de Salud y a la colectividad en general, dice que no es conveniente ni responsable que los venezolanos participen como voluntarios en los ensayos clínicos.

El diputado Juan Carlos Velazco, médico y miembro de la Comisión de Salud de la Asamblea Nacional, manifestó que a través de este órgano se gestiona un acuerdo que permita solicitar los recursos financieros necesarios para la compra de vacunas anti-COVID-19. El parlamentario precisó: “se procedería con la compra de las fórmulas una vez que la FDA autorice alguna de las que se están desarrollando en el mundo”, refiere la nota del diario El Nacional.
Ricardo Antequera, abogado especialista en propiedad intelectual y patentes internacionales, asegura que en Venezuela no existen patentes sobre medicamentos desde el año 2004 y que desde 2008 existe una ley que prohíbe patentar especies farmacéuticas.
El experto dijo al portal Producto el 9 de septiembre: “si le otorgaran a Venezuela una licencia para producir la vacuna ¿quién la produciría? No hay parque tecnológico para producir antirretrovirales de última generación, al no tener patentes no hay estímulos para invertir en ciencia y tecnología”.
Mientras algunos no confían 100 % en la vacuna rusa, Nicolás Maduro no solo ofreció al gobierno de Vladimir Putin 500 voluntarios venezolanos para ser parte del ensayo clínico en la fase III de la Sputnik V, sino que también aseguró podrían colocar la vacuna a los 14.400 candidatos previstos para las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.
Se desconocen los detalles de cualquier acuerdo confidencial establecido entre los gobiernos ruso-venezolano, pero se deduce que pudieran existir convenios e intereses de ambas partes para lograr la producción del producto biológico en Venezuela, por tener una ubicación geográfica muy bien valorada para los mercados.
La debilidad de empresas como Espromed Bio y Quimbiotec para satisfacer la demanda actual hace difícil de creer que podrían cumplir con la producción de la vacuna contra la COVID-19.
El ministro Carlos Alvarado reconoció parte de las deficiencias, sin embargo, todo apunta a que será una decisión del gobierno ruso en función de sus necesidades. Los funcionarios de Rusia también han proyectado otros países del continente americano para esta labor: México, Brasil y Nicaragua.