- Con menos de 100 bolívares se podía degustar una catalina y un café en noviembre de 2018
- Los precios en 2020 registraron menos variaciones, pero mayor volatilidad
Texto: César Heredia
La palabra inflación está presente en el imaginario colectivo del venezolano desde el “viernes negro” de 1983, acontecimiento que dividió en dos la historia de la economía en Venezuela.
Cinco presidentes -Jaime Lusinchi, Carlos Andrés Pérez, Rafael Caldera, Hugo Chávez y Nicolás Maduro- han dirigido el país desde entonces y ninguno pudo detener la constante alza de precios. El 18 de febrero de 2021 se cumplen 38 años del viernes negro y mientras para el resto del mundo -salvo contadas excepciones- el aumento indiscriminado de bienes y servicios dejó de ser un problema, en Venezuela no ha hecho más que agudizarse, sobre todo desde 2013.
Ese voraz incremento tuvo repercusiones en lo informativo. El Banco Central de Venezuela (BCV) pasó casi cuatro años sin actualizar las variaciones en el índice de precios al consumidor, lo que obligó a particulares, organizaciones no gubernamentales y entes como la Asamblea Nacional –controlada entonces por la oposición- a llevar sus propios indicadores inflacionarios. Así, estos actores alternativos llenaron un vacío de información que el país agradeció.
Sin embargo, las regiones de alguna manera seguían desamparadas. A partir de esa inquietud –e inspirado en otros indicadores- nace el 1 de noviembre de 2018 el Índice Catalina, un estudio de inflación regional para Barquisimeto, en el que semana a semana se mide el precio en dos panaderías en el este y el centro de la ciudad de un café con leche “grande” y una catalina, cuca o paledonia.
791 días transcurrieron entre esa fecha y el 31 de diciembre de 2020. El precio de dicha merienda varió de 91 a 1.240.000 bolívares, lo cual se traduce en una inflación acumulada de 1.322.976,9 % en 26 meses. En ese mismo periodo, el acumulado de la Asamblea Nacional fue de 689.007,1 %, mientras que el del BCV –hasta septiembre de 2020- fue de 398.551,2 %.
Dos conclusiones rápidas derivan del párrafo anterior. La primera es que, de acuerdo con el Índice Catalina, el proceso inflacionario ha sido más agresivo en la capital del estado Lara. La segunda tiene que ver con el BCV, que sigue en deuda con las actualizaciones. A la fecha, no se conocen las variaciones oficiales de precios en los meses de octubre, noviembre y diciembre de 2020.
No siempre fue así
El primer año del Índice Catalina –noviembre de 2018 a octubre de 2019- fue diferente. El acumulado en ese periodo fue de 17.757,14 % en Barquisimeto, inferior a los números de la Asamblea Nacional (24.287,2 %) y del BCV (20.740,8 %), que para este último fue calculado de noviembre a septiembre.
La llegada de la COVID-19 a Venezuela y la inmediata cuarentena decretada por Maduro convirtieron a 2020 en un año atípico en todos los sentidos. Si bien es cierto que el sector alimentación nunca dejó de laborar, la dificultad de movilización por parte de proveedores y consumidores, aunada a la incertidumbre propia generada por lo estricto de la cuarentena y el temor natural de la gente a salir, provocaron que el precio de la merienda compuesta por la catalina y el café variara menos, pero con una mayor volatilidad.
Así las cosas, mientras las variaciones recopiladas por la Asamblea Nacional oscilaron entre 15,3 % y 80 % y las del BCV entre 13,5 % y 62,2 %, el Índice Catalina registró tres alzas de tres dígitos en los meses de febrero, junio y diciembre, además de otros tres meses –abril, mayo y julio- en los que la inflación fue de 0 %. Esto podría justificarse porque fue en junio cuando arrancó la primera fase de flexibilización de la cuarentena en el país, con el 5×10, luego modificado a un 7+7.
No obstante, hasta noviembre de 2020, los acumulados de Catalina y la Asamblea Nacional se mantuvieron parejos. El BCV solo tiene actualizados los valores hasta septiembre.
En el siguiente gráfico se observa semana a semana la comparativa del Índice Catalina, desde la semana 1 a la 52 de los años 2019 y 2020.
Los números reflejados a lo largo de este y otros estudios muestran que Venezuela sigue sumergida en una crisis económica sin precedentes. La nación no ha superado la hiperinflación que padece desde octubre de 2017 porque estructuralmente no están dadas las condiciones para ello.
Esto lo ratificó en octubre de 2020 el Fondo Monetario Internacional, cuando aseguró que Venezuela era el único país del planeta en hiperinflación al ocupar el primer puesto entre los 10 países con inflación más elevada. Pese a esta calificación, voceros del gobierno de Maduro afirman que Venezuela abandonó la espiral hiperinflacionaria.