- El servicio es la vida de Javier, para él no hay otra forma de vivir. Lleva casi la mitad de su vida defendiendo los derechos humanos de los venezolanos y ha denunciado irregularidades en los estados fronterizos de Venezuela. Esto le costó su libertad, lleva más de un año preso en el Helicoide. Lo acusan de terrorista
Por Edy Pérez Alvarado
Comunicarse por teléfono con Javier Tarazona es imposible. “Él no tiene acceso a ningún dispositivo móvil, sería demasiado problema para el SEBIN”, dice su hermano Rafael Tarazona, quien accedió a esta entrevista con el equipo de Cotejo.info.
El propósito es conocer -a través de su relato- a Javier, el fundador y director general de Fundaredes, una ONG que le permitió defender y promocionar por años los derechos humanos hasta que lo aprehendieron en julio de 2021.
Este profesor de 40 años ha dedicado casi la mitad de su vida a recibir denuncias por parte de civiles y militares venezolanos que han sido víctimas de guerrilleros de las FARC y del ELN, grupos que según sus investigaciones operan en este territorio con la presunta “complicidad y protección” del Estado venezolano.
El también defensor de los derechos humanos no solo hizo pública cada denuncia que recibía, sino que la sustentaba, mostraba pruebas de lo que decía y las sistematizaba para posteriormente entregarlas ante el Ministerio Público, en busca de justicia dentro del sistema venezolano. Pero, lejos de conseguir alguna respuesta, el Estado lo persiguió y lo puso tras las rejas sin una razón real.
Rafael considera que a su hermano lo querían callado y por eso lo encerraron.
El servicio, una vocación familiar
Los padres de los Tarazona fueron quienes inculcaron en ellos ese afán de querer servir. Cuando eran pequeños había redes de emergencia que apoyaban al sistema público en primeros auxilios, socorrismo y desde ahí nació ese deseo de querer aprender algo para el apoyo humano. Aunque el padre falleció hace seis años dejó en ellos encendida la llama del servicio.
La madre de los Tarazona, con su ejemplo, también les enseñó a amar al prójimo. Javier y Rafael son dos hermanos de madre y padre, pero el papá tuvo 10 hijos más. En total son 12 hermanos que se unieron otra vez después de la muerte del padre y mantienen ese núcleo en el que se apoyan.
Javier estudió en el Liceo Nacional Pedro María Morantes, en San Cristóbal, era un año mayor que su hermano. Su proyecto científico, necesario para graduarse de bachiller, lo hizo de educación sexual.
Consistió en realizar jornadas de protección frente al VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. Se dio cuenta que hacía falta más información para los estudiantes en estos temas y decidió empezar a informar. Así fue como nació Fundabriseta, desde el quinto año de bachillerato de Javier. En ese entonces funcionaba en un espacio muy pequeño dentro del liceo.
En ese momento Javier tenía 17 años y cuando tenía entre 19 y 20 años se unió con un grupo de compañeros y registraron la organización que posteriormente cambiaría el nombre a Fundaredes.
Ingresó a la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL), en el núcleo de Rubio, para estudiar Educación Básica Integral.
Desde Fundabriseta seguía dando apoyo social, hacía juegos lúdicos, las agrupaciones eran de muchos jóvenes. Durante años, Javier fue recreador, formó escuelas de recreadores, mientras estuvo formándose como pedagogo promocionó la educación. Daba talleres y hacía actividades para seguir educando con principios, valores, y que eso no solo fuera tarea del hogar, sino que se diera apoyo desde las escuelas.Esos años de educación pura, que consistieron en promocionar la educación pasaron y mientras que se desempeñaba como profesor universitario, en la UPEL, Javier empezó a trabajar con los derechos humanos.
Hay muchos videos de Javier Tarazona en línea en los que denuncia, por ejemplo, las populares “matracas”, por parte de policías y militares en su natal Táchira, o denuncias más graves como la injerencia de grupos armados irregulares en territorio venezolano. Desde la ONG pusieron al descubierto los sitios de reunión o “casas seguras” para los encuentros entre guerrilleros del ELN, las FARC y miembros del Gobierno Nacional.
Cuando se le pregunta a Rafael por qué está preso su hermano, él responde con un sincero: “quisiera decirte cuál es la causa, pero no la entiendo”. Él también estuvo en el Helicoide, y asegura que es complicado decir la razón por la cual los detienen.
“Cuando nos hacen una presentación en tribunales, por ejemplo el 3 de julio (de 2021) en horas de la tarde, nos imputan cargos subjetivos para el Estado venezolano, cargos penales, nos imputan terrorismo, traición a la patria, promoción e instigación al odio, a nosotros nos detienen en el estado Falcón, en la ciudad de Coro”, dice Rafael.
La detención
Rafael, Javier y Omar de Dios García, los tres activistas de Fundaredes, estaban en San Cristóbal y viajaron el 30 de junio de 2021 a Caracas. Javier fue a hacer una denuncia sobre irregularidades en la frontera venezolana, con un escrito, ante la fiscalía general de la República, en la dirección de derechos humanos.
En fuentes documentales, recabadas por Wikipedia, se dice que “Tarazona se presentó a la Fiscalía General de Venezuela el 30 de junio con una fotografía para solicitar que se investigara la relación de funcionarios del Gobierno; en la foto aparece el capitán de navío Ramón Rodríguez Chacín junto a su esposa Carola y los jefes guerrilleros Nicolás Rodríguez Bautista, alias Gabino, Eliecer Chamorro Acosta, alias Antonio García, e Israel Ramírez Pineda, alias Pablo Beltrán, todos pertenecientes al Ejército de Liberación Nacional (ELN)”.
Luego de hacer esta denuncia salieron de Caracas y viajaron a bordo de una camioneta 4Runner, propiedad de Javier; por el camino fueron perseguidos por personas que iban en carros particulares. Se hospedaron en un hotel en Coro, estado Falcón, donde Javier tenía que dar unas entrevistas y talleres. Una vez ahí, estas personas que lo seguían preguntaron en el lobby si estaba hospedado en ese sitio Javier Tarazona, por lo que fueron notificados. Además, había gente que los grababa y los fotografiaba.
Ellos sabían que estaban siendo vigilados, sin embargo, decidieron continuar confiando en la justicia local. Como Javier tenía una orden de protección, que le fue concedida por la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), se dirigieron a la fiscalía del estado Falcón a pedir protección, Javier entró y su hermano decidió esperarlo en la camioneta.
En cuestión de minutos llegaron funcionarios de las FAES, SEBIN y DGCIM, fuertemente armados, que ingresaron a la fiscalía, esposaron a Javier y se lo llevaron junto a su hermano, Omar de Dios y Larry Osorio, que está asociado al mismo expediente, pero que no es miembro de la ONG ni defensor de los derechos humanos. No respetaron la orden de protección.
“A nosotros nos detienen ese 2 de julio de una manera totalmente injusta y arbitraria, nos persiguieron desde la ciudad de Caracas hasta el estado Falcón, donde Javier estaba dando talleres de promoción de Derechos Humanos, talleres con niños, en las barriadas dictando charlas, promocionando educación, llevando una sonrisa a los barrios, donde están los chamos que son los más vulnerables en Venezuela”, detalla Rafael.
Ya tiene más de un año preso. Continúa detenido sin que se concrete el inicio de su proceso judicial, es considerado preso político por organizaciones defensoras de los derechos humanos.
Javier es laico de la iglesia católica, su hermano a veces piensa que tanto silencio en relación al encierro de Javier se debe a que el Gobierno llevó a las personas a pensar solo en sí mismas para poder sobrevivir.
“Durante tantos años este sistema político nos ha llevado a pensar y a actuar por nosotros mismos, a no preocuparnos por los demás, pero venimos de un hogar humano donde nos enseñaron a respetar al prójimo”.
Rafael Tarazona
Pero Javier es de los que se empeñó en trabajar por los demás, como se lo enseñaron en la iglesia cuando era un niño, al punto de que logró introducir 1.600 denuncias ante la Fiscalía. Pero siempre se relegó a sí mismo, por lo que ahora, encerrado, sufre varias patologías.
“Mi prioridad es que mi hermano esté libre, que esté con su familia. Tiene múltiples patologías. Siempre se dedicó a los demás y él quedó relegado”.
Rafael Tarazona
Rafael comentó durante esta entrevista que recientemente se han registrado más detenciones que demuestran la postura antisindicalista, antidefensores de derechos humanos del Gobierno, algo que hacen para inyectar más miedo a los venezolanos.
Durante mucho tiempo Javier manifestaba estar seguro de que -en algún momento- el Estado venezolano iba a tomar cartas para investigar sus denuncias y aunque sentía miedo seguía trabajando, pero nunca pensó que lo iban a investigar a él o que lo iban a detener, porque tenía una medida de protección por parte de la CIDH.
Dicha medida se le fue concedida porque, durante años, grupos paramilitares fueron a la casa materna de Javier, en Táchira, a colocar panfletos. Incluso dejaron marcas en las paredes y el ELN lo perseguía.
Pero nada de esto lo detuvo, él siguió con su labor. Nada lo calló, solo con la cárcel lo pudieron silenciar. Sin embargo, él preparó a muchos jóvenes y muchos son quienes continúan trabajando en Fundaredes, continúan sistematizando las denuncias y publicando sus hallazgos para tratar de conseguir una reacción por parte de la justicia venezolana contra la corrupción y la injerencia de paramilitares.
Amplia trayectoria
Javier Tarazona estuvo 20 años promocionando la educación, es profesor especialista en el área de la psicología, en el área de la conducta y en la promoción de los derechos humanos, se desempeñó como docente universitario.
Es PHD en educación, en psicología, tiene doctorado en políticas públicas y dos postdoctorados. Suma 20 años en la organización Fundaredes. También ha promocionado los derechos humanos desde las aulas de pregrado y postgrado del Pedagógico Experimental Libertador, Upel, en Rubio y en otros núcleos a nivel nacional.
Inclusive ha dictado charlas, talleres y cursos en diferentes países, como Chile, Bolivia, Colombia, Dominicana. Es nativo de San Cristóbal, lugar donde hizo vida al lado de su mamá, su esposa e hijos.