- La historia de esta mujer afrodescendiente vibra cuando recuerda a los chicos que la inspiraron a crear la “Fundación amigos del adolescente”. Ella es de los maestros que se empeña en que cada joven que pasa por sus manos se enamore del estudio, algo que para ella es la mejor forma de progreso.
Por Edy Pérez Alvarado
El último abrazo. Rodriga caminaba por el barrio La Vega de Caracas y vio a un grupo de jóvenes reunidos. Eran unos delincuentes, ella lo sabía, pero entre esos jóvenes escuchó una voz, la voz de uno de sus muchachos y de repente sintió que la abrazaron.
Era el mismo joven al que hacía solo unos años atrás le había dado clases. Le susurró al oído: “Rece por mí, que si usted reza por mí nada malo me puede pasar”, Rodriga le respondió con otro abrazo y escuchó cuando le preguntaban que quién era ella.
El muchacho dijo: es una mujer que me quiere mucho. Rodriga siguió su camino. Unos días después se enteró que lo habían asesinado a tiros. Solo tenía 13 años.
Esta noticia fue una de las peores que ha recibido en su vida. Le dolió en el alma esa muerte y fue entonces cuando se reprochó a sí misma y se dijo que había fallado. Se dio cuenta de que el sistema había fallado y por no tener oportunidades el joven cayó víctima del entorno violento.
Fue así como Rodriga concluyó que no bastaba con dar clases, tenía que educar de manera integral a la sociedad, a los profesores y a los jóvenes, para garantizar que los muchachos, que siente de ella, continúen sus estudios, se gradúen, puedan ir a la universidad y abrirse a un mundo de posibilidades.
El origen
Esta mujer de sonrisa amplia y cabello rizado, Rodriga María Flores Borges, nació un 13 de marzo de 1955. Una comadrona la recibió, su madre la dio a luz en casa, en pleno centro de Punto Fijo, estado Falcón. Ese día, el día de su nacimiento, fue el mismo en que, años antes, naciera su abuela paterna y la bautizaron con el mismo nombre: Rodriga. Este inicio marcó el resto de su vida.
Es la mayor de ocho hermanos, aunque su padre nunca fue al colegio sabía leer, aprendió porque su papá lo enseñó en casa y él, a su vez, enseñó a su hija Rodriga. Antes de los seis años ya Rodriga leía y cuando entró a primer grado leyó cuatro libros.
La maestra no sabía qué hacer con ella porque estaba muy avanzada. La lectura significó para Rodriga abrir puertas de mundos desconocidos y, al igual que su padre, se convirtió en una lectora empedernida.
Aunque en casa había necesidades, Rodriga siempre contó con el apoyo y el amor de sus padres. Se graduó de profesora y pasó 15 años de su vida enseñando en colegios de Fe y Alegría. Por sus aulas pasaron muchos estudiantes y en todos trató de sembrar la pasión por el estudio, pero sintió que en varias ocasiones falló y esto la hizo pensar en cómo podía hacer para ayudar más.
Empezó a hacer estudios de neurociencia y se adentró en el mundo cuántico. Todo, para prepararse y así ser la mano que los jóvenes de los barrios necesitan para salir adelante. Empezó a hacer terapias y descubrió muchas cosas que su mente guardaba.
En esos días descubrió que inconscientemente había bloqueado la maternidad porque en su memoria celular estaba repetida la historia de su abuela. La doña, que nació el mismo día que ella, murió muy joven durante un parto y Rodriga, temía que si paría también moriría. Aunque lo descubrió ya mayor, el hecho de no haber tenido hijos propios permitió que sus estudiantes la adoptaran como madre y que ella los adoptara a ellos como sus hijos, lo cual la hace feliz.
Ahora, licenciada en educación mención ciencias sociales, con una especialización en neurociencia, máster en programación neurolingüística, especialista en desarrollo y gerencia de proyectos sociales, con tantos conocimientos y con una mayor consciencia de sí misma, dice que para ella no existen muchachos brutos o con menos capacidades que otros, sino que el sistema les falla y ellos se descarrilan, se embarazan o mueren víctimas de las circunstancias.
Rodriga cree en el potencial humano, decidió apostar por los jóvenes, decidió amarlos, decidió entregar su vida para que salgan del barrio con oportunidades. Y aunque nunca parió, es una madre para muchos de los que fueron sus estudiantes.
Fuente de superación
La otra joven que marcó a Rodriga fue Mónica. Su padrastro abusaba de ella y la joven intentó suicidarse. Rodriga la fue a ver al hospital de Coche y desde ese día se encargó de que siguiera los estudios, que tuviera asistencia psicológica en un centro de monjas, la internaron y logró que ella se graduara. Superó esos malos momentos y ahora vive en Argentina. Es una mujer exitosa.
Aunque son muchos más, estos son los casos que Rodriga saca de su memoria cuando quiere explicar la razón por la que decidió crear la Fundación Amigos del Adolescente. Cuando salió del sistema educativo tradicional, habló con su compañero Omar, quien es sociólogo, y juntos decidieron darle vida a la organización hace exactamente 10 años.
Se describe a sí misma y a sus compañeros como extraños, somos un gremio extraño, dice y se ríe. “Los educadores ganamos lo mismo desde hace mucho tiempo, muy poco, pero hay una pasión por un futuro y en el que puedo hacer algo”.
Son 147.000 docentes los que han migrado o se han convertido en comerciantes, porque dar clases no es rentable, comenta Rodriga al tiempo que saca a relucir su amplio conocimiento en este tema y dice: Venezuela vive una catástrofe generacional porque los educadores no tenemos generación de relevo.
“Porque somos mal pagados, estamos expuestos, nuestras vidas están amenazadas, hay educadores que no tienen cómo ir a sus lugares de trabajo, o no tienen ropa, es un sistema en el cual no sé cómo convencer a la élite política. La educación nunca es tema en mesas de negociación, yo estoy convencida de que la educación es la que nos va a salvar” afirma.
“En el país hay un retroceso cognitivo por la desnutrición y la pandemia, encima en vez de hacer que sea mejor, el sistema ha llevado a niveles bajos el conocimiento escolar. Ahorita lo que se exige en matemática de quinto año es que los muchachos sepan multiplicar por dos cifras y cuatro operaciones básicas, eso es nivel de tercer grado”, prosigue. “Entonces se gradúan y no tienen conocimiento para una universidad, se agranda la brecha entre la educación privada y la pública”, reflexiona Rodriga.
Hasta 2017, la Organización Naciones Unidas (ONU) sostenía que Venezuela era el único país con bono poblacional, la mano de obra productiva era superior a la que estaba en primaria, había una esperanza de desarrollo. “Perdimos, este bono poblacional se ha ido, ha emigrado y tardaremos 800 años para volver a tenerlo, ese equilibrio lo perdimos. Venezuela perdió su oportunidad de oro”.
Pero Flores sigue trabajando desde su fundación. Detalla que son siete directivos, más docentes, equipo pedagógico, administrativo y logístico. “Trabajamos con honorarios profesionales, y tenemos una fluctuación de 140 alumnos. Hemos dado capacitación a más de 3.000 estudiantes, docentes, escuelas, comunidades y empresas”.
En un intento de esbozo del trabajo que realizan, explica: “Impartimos estrategias pedagógicas neuro educativas, creemos en todos los seres humanos, que tenemos las mismas capacidades y les proporcionamos las oportunidades. Recuerdo a una muchacha de La Vega que, gracias a nuestro apoyo, ahora sabe hacer aplicaciones para celulares y está en el mundo tecnológico. Nosotros siempre decimos que una niña con un proyecto de vida no va a optar por un embarazo”.
Rodriga se considera afrodescendiente y ha trabajado también con mujeres afro, desde México hasta la Patagonia. Dice que desde que aceptó sus orígenes y se reconoció afro, sintió que los demás también la empezaron a mirar y a respetar. Sin embargo, señala que los afro no están bien representados en los espacios públicos y que el racismo aún existe en nuestros dichos o refranes.
Aunque Rodriga recuerda la tragedia del joven que fue su alumno y que asesinaron a los 13 años como una de las historias que la inspiró para hacer su fundación, también sabe que el amor de madre es aquél que ama sin condición y es lo que, a pesar de no haber parido, se entrega en la formación de cada joven con quien se encuentra en un aula de clases.
Un Comentario
Leonellas
¡Hermosa historia!
Por más docentes como Rodriga, que sienten pasión por lo que hacen.
Hoy en día, los docentes prefieren buscar otras alternativas para sobrevivir, pese a los paupérrimos salarios.
¡Dios bendiga su labor, y su objetivo a través de su fundación!