- La COVID-19 sumó una variable más a la compleja ecuación de la economía venezolana, que ya venía golpeada por una serie de factores internos y externos
Por César Heredia Terán
13 de marzo de 2020. Para el imaginario venezolano es una de esas fechas tipo “¿dónde estabas?” o “¿qué estabas haciendo cuando te enteraste de…?”, debido a que la mañana de ese viernes la alta funcionaria gubernamental, Delcy Rodríguez, anunció los dos primeros casos de COVID-19 en Venezuela.
Era cuestión de tiempo, ya que el coronavirus había llegado a la mayoría de los países de la región. Sin embargo, la certeza del arribo de la (ya oficializada por la OMS) pandemia a Venezuela era un acontecimiento que difícilmente pasaría desapercibido para la ciudadanía, sobre todo en un país con tantas deficiencias sanitarias y caracterizado por la improvisación.
El gobierno tomó medidas de inmediato. El mandatario Nicolás Maduro decretó el domingo 15 de marzo una cuarentena de Caracas y seis estados del país para combatir la propagación del virus. Un día después la extendió a todo el país.
“Todo el país, los 23 estados y el Distrito Capital, todos a la cuarentena colectiva, medida drástica y necesaria”, dijo Maduro en aquella ocasión.
Fueron meses difíciles para todos los sectores. La imposibilidad de salir de casa si no se pertenecía a un sector prioritario como salud o alimentación, aunada a la aguda escasez de combustible que azotó al país en paralelo al estricto confinamiento (1, 2, 3, 4), creó una “tormenta perfecta” que golpeó particularmente a la microeconomía (individual y familiar) y a la macroeconomía (el país como un todo) de Venezuela.
En esta última se enfoca este trabajo.
Aunque el Ejecutivo tomó medidas para suavizar los efectos del encierro como el esquema 5×10 anunciado el 30 de mayo de 2020 y el posterior el 7×7 (una semana de confinamiento “flexible” que daba un respiro a los sectores productivos y otra de cuarentena “radical”), hasta llegar a una flexibilización total para diciembre de 2020, por mencionar tres decretos puntuales, el daño a la previamente golpeada economía venezolana ya estaba hecho.
Prueba de ello es la caída del producto interno bruto (PIB).
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre 2013 y 2019 el PIB en Venezuela cayó 70,1 %. En otras palabras, el tamaño de la economía perdió casi tres cuartos de su tamaño en los seis años previos a la pandemia.
La llegada de la COVID-19 no hizo más que acentuar la caída libre.
De acuerdo con estimaciones del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), la actividad económica venezolana cayó 25,3% en 2020. Pero ya venía en picada, puesto que en 2019 había mermado 26 %.Fue una proyección muy similar al dato de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), que registró para 2020 una contracción del PIB del 30 % en su Estudio Económico de América Latina y el Caribe para 2021 (había pronosticado una caída del 26 % el año anterior).
Para 2021, a pesar de que la actividad económica de Venezuela repuntó un 6,8 % según el OVF, la Cepal evaluó que el PIB del país más bien se redujo en un 3 % ese año,de acuerdo con cifras preliminares de su estudio de 2022 en la página 235.
Tales contracciones explican la hipótesis de economistas y otros especialistas en la materia, que afirman que Venezuela perdió más del 80 % del tamaño de su economía entre 2013 y 2021.
Rebote insuficiente
El organismo multilateral auguró el pasado mes de octubre una proyección de crecimiento del PIB en 12 % para 2022 en Venezuela (1, 2). A pesar de ser la proyección más alta de América Latina no es suficiente, dada la realidad venezolana.
Por su parte, Maduro indicó que el aumento del mismo indicador fue “por encima del” 15 %. Sigue siendo poco si se tiene en cuenta el contexto de la dinámica económica nacional desde 2013.
*Nota: se tomaron las cifras de PIB del Banco Mundial, de la Cepal (2020 y 2021), así como la cifra dada por el presidente venezolano de 2022 como referencia para los gráficos de este trabajo, que se observarán a continuación.
De acuerdo con los cálculos del equipo de Cotejo.info, la pérdida del PIB venezolano solo entre 2019 y 2022 fue de 17,1 %. Le sigue Haití (-7,8 %), Cuba (-7,5 %), Ecuador (-4,1 %), Bolivia (-2,4 %) y México (-2 %). El resto de los países de América Latina, aunque tuvo caídas pronunciadas de sus respectivos PIB en 2020, registró desde 2021 un efecto rebote suficientemente fuerte que les permitió finalizar 2022 con una variación porcentual del PIB positiva respecto de 2019.
Si en vez de los datos de la Cepal (2021 y 2021) y de Maduro (2022) se hubiesen utilizado los del Índice de Actividad Económica del OVF (valor que tiene comportamiento similar al del PIB, pero no necesariamente tiene la misma variación porcentual según un vocero del OVF), la realidad no cambiaría mucho: Venezuela seguiría siendo el país con el comportamiento más negativo del PIB en Latinoamérica en el lapso mencionado.
“El país aún tiene un PIB de un tamaño menor al que tenía antes del COVID-19 y para volver a tener el mismo tamaño, sería necesario que Venezuela crezca este año otra vez a una tasa de dos dígitos”, explicó el economista Alejandro Castro para Cotejo.info, tras ser consultado vía correo electrónico.
Fue más allá. Considera que, viendo el movimiento de la economía venezolana entre enero y abril, con suerte esta crecerá en 2023. Si eso se cumple, deberá sostener dicho crecimiento al menos dos años más.
“Si Venezuela crece 5 %, por ejemplo, entre 2023 y 2025 de forma interanual, ahí sí volveremos al mismo nivel de PIB prepandemia”, agregó.
Justamente ese porcentaje es el que la Cepal pronostica para el país en 2023.
PIB per cápita sigue la misma tendencia
El producto interno bruto per cápita sigue la tendencia del PIB general. Con datos de la firma Econométrica y el Banco Mundial*, los cálculos de Cotejo.info indican que, solo entre 2019 y 2021, el PIB per cápita de Venezuela se contrajo en un 21,6 %. Le siguieron México (-3,2 %), Panamá (-3 %), Haití (-2,5 %), Ecuador (-1,3 %), Bolivia (-0,5 %) y Costa Rica (-0,4 %).
*Nota: para este cálculo se utilizó el PIB per cápita por paridad del poder adquisitivo (PPA), $ (dólar) a precios internacionales actuales: el Banco Mundial define este indicador como el producto interno bruto convertido a dólares internacionales utilizando las tasas de paridad del poder adquisitivo. Un dólar internacional tiene el mismo poder adquisitivo sobre el PIB que el que posee el dólar de los Estados Unidos en ese país. Más información aquí.
“Buena parte de la región ya tiene tamaños de PIB iguales o mayores que lo que tenían (en época de) prepandemia”, indicó Castro.
En efecto, el resto de los países de América Latina ya tenía, al cierre de 2021, una variación porcentual positiva del PIB per cápita por PPA, lo que refleja la inmediata recuperación de lo perdido el año anterior producto de la pandemia.
Un aspecto interesante es que, a excepción de Venezuela (dado su masivo éxodo de habitantes), la razón por la que el PIB per cápita sigue por debajo de los valores previos a la llegada del coronavirus en algunos países es demográfica.
“Esto se debe a que si bien, la economía tiene el mismo tamaño que antes de la pandemia, ahora tienes más habitantes para repartir la torta. En dos platos, (cuentas con) un pedazo, en promedio, menor de esa ‘torta’ para cada uno”, explicó el economista de la firma Venecapital.
Empleo
Es bien conocido que la administración de Nicolás Maduro no se ha destacado por compartir datos de interés público. Por ello, los organismos nacionales e internacionales recurren a menudo a las proyecciones.
Es el caso de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que, ante la ausencia de data oficial, estimó la tasa de desempleo de Venezuela durante los últimos años. De acuerdo con esos números, el país no está tan mal parado si se le compara con sus pares de la región. Probablemente, esto tenga que ver con el estado actual de la actividad económica per se, que genera menos empleos en comparación con otros países de la región.
Por su parte, según la Encuesta de Condiciones de Vida 2022 (Encovi), la actividad laboral en Venezuela comenzó a repuntar.
«Superadas las causas de la inmovilidad del país (crisis de la gasolina y COVID-19), la liberalización de la economía comienza a mostrar sus efectos». Así comienza el informe en su apartado de trabajo.
La Encovi 2022 dejó algunos datos interesantes en cuanto al empleo:
- En 2022 se recupera la actividad «precrisis» de movilidad. Los hombres pasan de 65,7 % a 64 %, mientras que las mujeres crecieron 4,8 puntos porcentuales (34,3 % a 39,1 %).
- El empleo formal crece hasta el 50 %.
- El empleo informal se reduce 7,7 puntos porcentuales. Sin embargo, sigue muy por encima de su menor valor en 2014 (36 %).
Pobreza y desigualdad
La buena noticia es que la pobreza en Venezuela cayó por primera vez desde 2014. ¿La mala? Se acentuó la desigualdad entre la población.
De acuerdo con la Encovi, 50 % de los hogares no son pobres gracias a la mejora del ingreso. En consecuencia, la pobreza por razones económicas pasó de 69 % en 2019 a 58 % en 2022. No obstante, la pobreza por razones sociales se incrementó entre 2019 y 2022 de 31 % a 42 %.
En particular, la pobreza por ingresos disminuyó en comparación con el periodo previo a la pandemia:
- La pobreza total pasó de 92,9 % (2019-20) a 81,5 % (2022).
- La pobreza extrema bajó de 62,7 % (2019-20) a 53,3 % (2022).
El Banco Mundial establece que las personas que disponen de menos de 2,15 dólares al día viven en situación de pobreza extrema.
La reducción de la pobreza en Venezuela no ha influido en la desigualdad. Según la Encovi, el índice Gini aumentó de 0,495 (2019-20) a 0,609 (2022), un incremento de 21,8 %.
El índice o coeficiente de Gini es una medida económica que se utiliza comúnmente para calcular la desigualdad de ingresos entre los ciudadanos de un territorio. Oscila entre 0 y 1, siendo 0 la máxima igualdad (todos los ciudadanos tienen los mismos ingresos) y 1 la máxima desigualdad (todos los ingresos los tiene un solo ciudadano).
El valor de Venezuela para 2022 se acerca más a 1 que a 0. Significa que la tendencia apunta a que la mayoría de los ingresos recaen en pocos habitantes. Un reflejo de lo que viven día a día los habitantes dentro del país.
Conclusión
En resumen, ¿la pandemia golpeó a Venezuela en lo económico? La respuesta corta es sí, mucho. Y empeoró una situación que ya era delicada.
La respuesta larga es: todos los entes productivos tienen características únicas. Habría que indagar en cada uno para constatar qué tanto afectó la COVID-19 a cada sector. De igual manera ocurre con la población. Los individuos y las familias presentan circunstancias propias que les permitieron (o no) “surfear” la crisis generada por la pandemia.
No es objeto de este trabajo analizar dichas peculiaridades. La idea fue proporcionar un breve resúmen de cómo perjudicó en general el coronavirus al sector económico -desde lo macro- y ubicar a Venezuela en el contexto regional.