- 3,7 millones de venezolanos están subalimentados, advierte la FAO
- Los niños menores de 6 meses son los más afectados por las condiciones nutricionales
El deterioro de las condiciones nutricionales en Venezuela va incrementando y constituye una de las razones de la diáspora. El hambre es un factor de riesgo para los niños que recién inician su proceso de formación, modifica la rutina y las condiciones en las que se puede desenvolver cada persona.
De acuerdo con el informe Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2018 presentado por la Organización de las Naciones Unidad para la Alimentación y Agricultura (FAO), 11,7 % de la población venezolana, es decir, 3,7 millones de personas, están subalimentadas; esto significa que en sus comidas diarias no están recibiendo los nutrientes necesarios para garantizar la salud.
El informe precisa que a partir del año 2014, Argentina, Bolivia y Venezuela han presentado un aumento en el registro de personas subalimentadas, y el último en mención mostró el mayor ascenso de número de casos con 600 mil habitantes entre 2014-2016 y 2015-2017.
Con motivo del Día Mundial de la Alimentación que se conmemoró el pasado 16 de octubre, el presidente Nicolás Maduro afirmó a través de su cuenta en la red social Twitter: “Reiteramos nuestro compromiso -frente al bloqueo económico y financiero del imperialismo- de seguir impulsando la producción nacional para garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria de nuestro Pueblo”.
En esta misma fecha, la organización Cáritas de Venezuela, que desde el año 2016 realiza estudios sobre los niveles de desnutrición en el país, señaló que 85 % de los hogares en algunas de las parroquias más pobres del territorio nacional consumen una dieta inadecuada en nutrientes, 53 % de los hogares recurren a lugares no convencionales como contenedores de basura y mendicidad, 63 % ha tenido que pasar por alguna privación alimentaria, 39 % ha tenido que liquidar algún activo familiar para poder comer y 36 % ha desincorporado a algún miembro de la familia para que la comida rinda.
Cáritas, en este comunicado que se titula “Dependencia, sumisión y disimulo: la situación alimentaria de Venezuela”, indica que la alimentación del venezolano depende de los artículos distribuidos por el Estado, de las remesas que envían familiares y amigos y de programas de asistencia internacional.
El gobierno venezolano ha venido desarrollando desde hace más de cuatro años un programa que ahora derivó en la Ley Constitucional de los Comité Local de Abastecimiento y Producción (Clap), con la finalidad de que los hogares venezolanos reciban a través de este servicio alimentos en empaques tipo bolsa o caja para satisfacer sus necesidades.
Este servicio ha presentado varias irregularidades en su camino, desde los lapsos de distribución hasta deficiencias en el valor nutricional de sus insumos, como el caso de la leche distribuida, que no aporta las vitaminas y minerales propias de una bebida de esta índole.
Sin embargo, aunque no se manejan cifras oficiales, la tendencia es a que parte de la población venezolana recurra a los alimentos de este programa para cubrir la cuota diaria, aunque no o logra de una manera constante ni en la cantidad necesaria para dar satisfacción básica a todos los integrantes del grupo familiar.
Ante las inconsistencias en las garantías de la alimentación, la Encuesta de Condiciones de Vida ENCOVI 2017, registró que 80 % de los hogares estudiados presentan inseguridad alimentaria, 9 de cada 10 venezolanos no cuenta con los recursos para pagar su alimentación diaria y esta se ha visto desmejorada en cantidad, variedad y nutrientes.
Según el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda), la canasta de alimentos para un grupo familiar de 5 personas se ubica ya en Bs.S 20.327,33, muy superior al salario mínimo actual, de Bs.S 1.800. Esto limita la capacidad del venezolano para adquirir alimentos en las condiciones económicas actuales.
El hambre en los niños
El boletín de Cáritas titulado SAMAN Abril – Julio 2018, que se realizó en Distrito Capital, Miranda, Vargas, Zulia, Carabobo, Lara y Sucre, especifica que los niños menores de 6 meses de edad constituyen el grupo más afectado ante el escenario de crisis que se manifiesta en el territorio nacional y que tiene graves consecuencias en las próximas generaciones.
El análisis SAMÁN indica que de las parroquias consideradas, las que presentan mayor proporción de desnutrición aguda global son de los estados Vargas y Distrito Capital.
Este mismo informe recopiló datos que dan cuenta de que de los hogares que reportaron la compra de la caja CLAP, 52 % mencionó que la recepción fue mensual y 48 % restante manifestó que la compra de estos alimentos era ocasional; según Cáritas, esto sugiere que “el programa oficial mantuvo su universo de beneficiarios, pero mejoró la frecuencia de asignación”.
Así las cosas, esta organización señala que un niño con desnutrición aguda en su primera infancia “corre el riesgo de pasar a su adolescencia y adultez con rezagos educativos, sociales y afectivos”.
Susana Raffalli, especialista en seguridad alimentaria, manifiesta que el retardo de crecimiento en los niños venezolanos es de 32 % y para recuperar a un niño con desnutrición es necesario realizar un refuerzo escolar, estimularlo y alimentarlo de la manera correcta.
Recientemente, la vicepresidenta de la Comisión de Familia de la Asamblea Nacional de Venezuela, Karin Salanova, dio a conocer que el Programa de Alimentación Escolar (PAE) falla en 90 % de las escuelas de todo el país, lo que a su juicio se considera como una situación “crítica”.
La capacidad y opciones de alimentación se mantienen de forma irregular y esto responde a la crisis sostenida que deteriora la salud de más de 11,67 % de la población en el territorio. Este derecho debe contar con políticas públicas que garanticen a los ciudadanos realizar -como parámetro básico- las tres comidas del día, con el aporte nutricional que amerita, para evitar que se ponga en riesgo la vida de venezolanos.