-La hiperinflación y la escasez son el resultado de múltiples factores, pero la explosión de dinero circulante y la disminución de la capacidad productiva pesan más que las sanciones en esta ecuación
El presidente Nicolás Maduro y su gabinete llevan años diciendo que los principales problemas económicos que afectan al pueblo venezolano, como la hiperinflación, la escasez de alimentos y medicamentos, la devaluación de la moneda o la pérdida del poder adquisitivo, son causados por una “guerra económica” y las sanciones impuestas por gobiernos extranjeros.
Cotejo.info se propone hoy verificar ese discurso público contrastándolo con cinco indicadores clave y analizando cómo han evolucionado cada uno de ellos en los últimos 10 años, con el propósito de esclarecer los hechos.
Los cinco indicadores que se tomarán en cuenta para este análisis son el dinero circulante en el país, a través de los billetes y monedas disponibles en el territorio nacional y que publica el Banco Central de Venezuela; el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), con el que se mide la inflación en Venezuela y cuya serie histórica se encuentra en el portal del Fondo Monetario Internacional; los índices de escasez de medicamentos que manejan Convite, Fefarven y otras organizaciones del sector salud; el índice de escasez de alimentos que publicó el gobierno hasta 2015 y que ha sido completado con data de AS/COA ; y las fechas de las sanciones.

Gráfico 1: Índices de escasez 2008-2018. Fuente: BCV, AS/COA, Fefarven, Codevida, Convite
Al cruzar esos datos, la primera conclusión relevante que se puede sacar es que el problema de la escasez de alimentos y medicamentos en Venezuela empezó a agravarse en 2013, dos años antes de que el gobierno de Estados Unidos impusiera las primeras sanciones al país, como se puede apreciar en la gráfica 1.
Entre 2009 y 2012, la escasez de alimentos en Venezuela osciló entre 10 % y 13 %, pero en 2013 se incrementó a 22 % y en 2014 casi triplicó los niveles registrados en 2010.
El Banco Central de Venezuela dejó de publicar el índice de escasez oficial en 2014 alegando que “lo debe tener el Gobierno. No es un índice político. Nosotros le estamos suministrando al Ejecutivo la información correspondiente. No queremos que los índices se conviertan en índices políticos que favorezcan a unos y perjudiquen a otros”, declaró el entonces presidente de la entidad, Nelson Merentes.
En cuanto a la escasez de medicamentos, la serie histórica usada en el gráfico no cuenta con registros previos a 2014, pero ya en el año 2013 profesionales y líderes gremiales del sector advertían en medios de comunicación social sobre la falta de insumos y medicinas para atender a pacientes en el país.
Yelitza Moreno, presidenta del Colegio de Farmacéuticos del estado Carabobo, fue uno de los voceros calificados que lo advirtió en 2013.
Y hace más de tres años, la Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven) reclamaba ya al gobierno nacional que no podía seguir excusándose en la “guerra económica” para justificar los problemas de abastecimiento existentes, como consta en este manifiesto del gremio publicado el 9 de junio de 2015. Ocho ministros de salud ha tenido la administración de Nicolás Maduro en los últimos 5 años: Isabel Urrutia (2013), Francisco Armada (2014), Nancy Pérez (2014), Henry Ventura (2015), Luisana Melo (2016), Antonieta Caporale (2017), Luis López (2017-2018) y Carlos Alvarado (2018). Ninguno de ellos ha logrado resolver el problema de la escasez de medicinas en Venezuela, que día tras día cobra vidas y afecta a tantas familias.
Tomando en cuenta todo lo anterior y el hecho de que las sanciones de gobiernos extranjeros fueron impuestas en 2015, 2017 y 2018, se puede concluir que la tesis de que la escasez es “causada” por las sanciones resulta inválida.
Los datos sugieren otra cosa, sugieren que las sanciones no fueron la causa del problema sino, cuando mucho, un agravante de una situación preexistente desde el año 2013.
Y para evaluar la tesis oficial de que la hiperinflación es culpa de la “guerra económica” y las sanciones, sería oportuno revisar la relación existente entre el Índice Nacional de Precios al Consumidor y el dinero circulante en el país.
Las gráficas siguientes, 2 y 3, revelan que existe una relación directamente proporcional entre ambos factores:

Gráfico 2: Dinero circulante 2008-2018. Fuente: BCV

Gráfico 3: Inflación 2008-2018. Fuentes. BCV y FMI
Entre los años 2008 y 2013, tal como muestran estas gráficas, ni la inflación ni el dinero circulante en la economía llegaron a duplicarse de un año para otro. Pero a partir de 2014, eso cambió.
En 2015, por ejemplo, ambos factores se duplicaron y más: los billetes y monedas en circulación pasaron de 216 mil millones de bolívares a 516 mil millones de bolívares y el índice nacional de precios al consumidor aumentó de 826 a 2 mil 146.
En 2016, estos indicadores se incrementaron sustancialmente, pero en magnitudes muy distintas: mientras la inflación se cuadruplicó, el dinero circulante trepó solo 58,7 %.
El año pasado, el índice de precios se disparó de 8.641 unidades a 252.157 y así fue como la hiperinflación llegó a Venezuela. Y al cierre de septiembre de este año el índice de precios se ubicó en 6.304 MILLONES de unidades.
Los billetes y monedas en circulación, por su parte, pasaron de 8.008 miles de millones de bolívares en 2017 a 40.638 miles de millones de bolívares en 2018; es decir, se quintuplicaron en solo 12 meses, según se puede observar en las estadísticas del propio Banco Central de Venezuela (descargue aquí Excel de BCV).
También vale la pena acotar que, según Consecomercio, el número de empresas activas en Venezuela se redujo de cerca de 800 mil en 2008 a 270 mil en 2017. Y Conindustria sostiene que el número de industrias en el país también disminuyó sustancialmente en las últimas décadas, al pasar de 12.700 en 1999 a 3.200 en la actualidad, de las cuales casi 22 % se encuentran “inoperativas” por falta de materias primas y altos costos asociados a la producción.
Estos números reflejan la significativa merma que ha sufrido la capacidad productiva nacional en este período.
Y todo aquel que sabe algo de economía básica entiende que cuando la oferta de productos en un sistema baja y la demanda sube, los precios tienden a subir.
En Venezuela, la oferta bajó por la caída del aparato productivo y la demanda se fortaleció artificialmente con las avalanchas de dinero inorgánico que el gobierno ha desencadenado y con el dinero que está circulando producto de los apoyos que venezolanos en el extranjero están dando a sus familiares en territorio nacional, entre otros factores.
No se trata de montos menores. La firma Ecoanalítica, por ejemplo, estima que el flujo de remesas a Venezuela pasó de 1.000 millones de dólares en 2017 a 2.500 millones de dólares en 2018.
Estos datos respaldan la tesis de los economistas del sector privado que sostienen que la inflación que ha sufrido Venezuela en los últimos años no es producto de una “guerra económica” ni de sanciones, sino de políticas públicas erradas aplicadas por el Ejecutivo en materia económica y financiera, entre las cuales destacan el uso de dinero inorgánico para cubrir los déficit fiscales, la expropiación de empresas y consecuente disminución de la capacidad productiva nacional, los aumentos de salarios decretados en forma artificial y los controles de precios y de cambio impuestos.